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El Deseado de Todas las Gentes
con el mundo, queda entrampado. Se nos advierte: “Vendrá el Señor
de aquel siervo ... a la hora que no sabe, y le cortará por medio, y
pondrá su parte con los hipócritas.”
“Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora
vendré a ti.
El advenimiento de Cristo sorprenderá a los falsos
maestros. Están diciendo: “Paz y seguridad.” Como los sacerdotes
y doctores antes de la caída de Jerusalén, esperan que la iglesia
disfrute de prosperidad terrenal y gloria. Interpretan las señales
de los tiempos como indicios de esto. Pero ¿qué dice la Palabra
inspirada? “Vendrá sobre ellos destrucción de repente.
El día de
Dios vendrá como ladrón sobre todos los que moran en la faz de
la tierra, que hacen de este mundo su hogar. Viene para ellos como
ladrón furtivo.
El mundo, lleno de orgías, de placeres impíos, está dormido en
la seguridad carnal. Los hombres están postergando la venida del
Señor. Se burlan de las amonestaciones. Orgullosamente se jactan
diciendo: “Todas las cosas permanecen así como desde el principio.”
“Será el día de mañana como éste, o mucho más excelente.
Nos
hundiremos aun más en el amor a los deleites. Pero Cristo dice:
“He aquí, yo vengo como ladrón.
En el mismo tiempo en que
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el mundo pregunta con desprecio: “¿Dónde está la promesa de su
advenimiento?
se están cumpliendo las señales. Mientras claman:
“Paz y seguridad,” se acerca la destrucción repentina. Cuando el
escarnecedor, el que rechaza la verdad, se ha vuelto presuntuoso;
cuando la rutina del trabajo en las diversas formas de ganar dinero
se lleva a cabo sin consideración a los principios; cuando los estu-
diantes procuran ávidamente conocerlo todo menos la Biblia, Cristo
viene como ladrón.
En el mundo todo es agitación. Las señales de los tiempos son
alarmantes. Los acontecimientos venideros proyectan ya sus som-
bras delante de sí. El Espíritu de Dios se está retirando de la tierra,
y una calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempestades,
terremotos, incendios, inundaciones, homicidios de toda magnitud.
¿Quién puede leer lo futuro? ¿Dónde hay seguridad? No hay seguri-
dad en nada que sea humano o terrenal. Rápidamente los hombres
se están colocando bajo la bandera que han escogido. Inquietos,
están aguardando y mirando los movimientos de sus caudillos. Hay
quienes están aguardando, velando y trabajando por la aparición