Página 585 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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En el Monte de las Olivas
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Así también los discípulos de Cristo fueron advertidos acerca de la
destrucción de Jerusalén. Los que se fijaron en la señal de la ruina
inminente y huyeron de la ciudad escaparon a la destrucción. Así
también ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda venida
de Cristo y de la destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los
que presten atención a la advertencia se salvarán.
Por cuanto no sabemos la hora exacta de su venida, se nos ordena
que velemos. “Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando
el Señor viniere, hallare velando.
Los que velan esperando la
venida de su Señor no aguardan en ociosa expectativa. La espera
de la venida de Cristo debe inducir a los hombres a temer al Señor
y sus juicios sobre los transgresores. Les ha de hacer sentir cuán
grande pecado es rechazar sus ofrecimientos de misericordia. Los
que aguardan al Señor purifican sus almas obedeciendo la verdad.
Con la vigilancia combinan el trabajo ferviente. Por cuanto saben
que el Señor está a las puertas, su celo se vivifica para cooperar con
los seres divinos y trabajar para la salvación de las almas. Estos son
los siervos fieles y prudentes que dan a la familia del Señor “a tiempo
... su ración.
Declaran la verdad que tiene aplicación especial a su
tiempo. Como Enoc, Noé, Abrahán y Moisés declararon cada uno la
verdad para su tiempo, así también los siervos de Cristo dan ahora
la amonestación especial para su generación.
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Pero Cristo presenta otra clase: “Y si aquel siervo malo dijere
en su corazón: Mi señor se tarda en venir: y comenzare a herir a sus
consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos; vendrá el
señor de aquel siervo en el día que no espera.”
El mal siervo dice en su corazón: “Mi señor se tarda en venir.”
No dice que Cristo no vendrá. No se burla de la idea de su segunda
venida. Pero en su corazón y por sus acciones y palabras, declara que
la venida de su Señor tarda. Destierra del ánimo ajeno la convicción
de que el Señor va a venir prestamente. Su influencia induce a los
hombres a una demora presuntuosa y negligente. Los confirma en su
mundanalidad y estupor. Las pasiones terrenales y los pensamientos
corruptos se posesionan de su mente. El mal siervo come y bebe con
los borrachos, y se une con el mundo en la búsqueda de placeres.
Hiere a sus consiervos acusando y condenando a los que son fieles a
su Maestro. Se asocia con el mundo. Siendo semejantes, participan
juntos en la transgresión. Es una asimilación temible. Juntamente