“No se turbe vuestro corazón”
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creyente. Mientras el alma esté unida con Cristo, no hay peligro de
que se marchite o decaiga.
La vida de la vid se manifestará en el fragante fruto de los
sarmientos. “El que está en mí—dijo Jesús,—y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.” Cuando vivamos por
la fe en el Hijo de Dios, los frutos del Espíritu se verán en nuestra
vida; no faltará uno solo.
“Mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto,
le quitará.” Aunque el injerto esté unido exteriormente con la vid,
puede faltar la conexión vital. Entonces no habrá crecimiento ni
frutos. Puede haber una relación aparente con Cristo, sin verdadera
unión con él por la fe. El profesar la religión coloca a los hombres en
la iglesia, pero el carácter y la conducta demuestran si están unidos
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con Cristo. Si no llevan fruto, son pámpanos falsos. Su separación
de Cristo entraña una ruina tan completa como la representada por
el sarmiento muerto. “El que en mí no estuviere—dijo Cristo,—será
echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los
echan en el fuego, y arden.”
“Todo pámpano ... que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más
fruto.” De los doce escogidos que habían seguido a Jesús, uno estaba
por ser sacado como rama seca, el resto iba a pasar bajo la podadera
de la amarga prueba. Con solemne ternura, Jesús explicó el propósito
del labrador. La poda causará dolor, pero es el Padre quien la realiza.
El no trabaja con mano despiadada y corazón indiferente. Hay ramas
que se arrastran por el suelo; y tienen que ser separadas de los apoyos
terrenales en que sus zarcillos se han enredado. Han de dirigirse
hacia el cielo y hallar su apoyo en Dios. El follaje excesivo que
desvía de la fruta la corriente vital, debe ser suprimido. El exceso de
crecimiento debe ser cortado, para que puedan penetrar los sanadores
rayos del Sol de justicia. El labrador poda lo que perjudica, a fin de
que la fruta pueda ser más rica y abundante.
“En esto es glorificado mi Padre—dijo Jesús,—en que llevéis
mucho fruto.” Dios desea manifestar por vosotros la santidad, la
benevolencia, la compasión de su propio carácter. Sin embargo, el
Salvador no invita a los discípulos a trabajar para llevar fruto. Les
dice que permanezcan en él. “Si estuviereis en mí—dice él,—y mis
palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os
será hecho.” Por la Palabra es como Cristo mora en sus seguidores.