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El Deseado de Todas las Gentes
que ascendía. Una nube de gloria le ocultó de su vista; y llegaron
hasta ellos las palabras: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo,” mientras la nube formada por un carro
de ángeles le recibía. Al mismo tiempo, flotaban hasta ellos los más
dulces y gozosos acordes del coro celestial.
Mientras los discípulos estaban todavía mirando hacia arriba, se
dirigieron a ellos unas voces que parecían como la música más melo-
diosa. Se dieron vuelta, y vieron a dos ángeles en forma de hombres
que les hablaron diciendo: “Varones Galileos, ¿qué estáis mirando
al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba
en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”
Estos ángeles pertenecían al grupo que había estado esperando
en una nube resplandeciente para escoltar a Jesús hasta su hogar
celestial. Eran los más exaltados de la hueste angélica, los dos que
habían ido a la tumba en ocasión de la resurrección de Cristo y
habían estado con él durante toda su vida en la tierra. Todo el cielo
había esperado con impaciencia el fin de la estada de Jesús en un
mundo afligido por la maldición del pecado. Ahora había llegado el
momento en que el universo celestial iba a recibir a su Rey. ¡Cuánto
anhelarían los dos ángeles unirse a la hueste que daba la bienvenida
a Jesús! Pero por simpatía y amor hacia aquellos a quienes había
dejado atrás, se quedaron para consolarlos. “¿No son todos ellos
espíritus ministradores, enviados para hacer servicio a favor de los
que han de heredar la salvación?
Cristo había ascendido al cielo en forma humana. Los discípulos
habían contemplado la nube que le recibió. El mismo Jesús que
había andado, hablado y orado con ellos; que había quebrado el pan
con ellos; que había estado con ellos en sus barcos sobre el lago;
y que ese mismo día había subido con ellos hasta la cumbre del
monte de las Olivas, el mismo Jesús había ido a participar del trono
de su Padre. Y los ángeles les habían asegurado que este mismo
Jesús a quien habían visto subir al cielo, vendría otra vez como había
ascendido. Vendrá “con las nubes, y todo ojo le verá.” “El mismo
Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios,
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descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán.” “Cuando
el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con
él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.
Así se cumplirá
la promesa que el Señor hizo a sus discípulos: “Y si me fuere, y os