Página 768 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
“¿Quién es este Rey de gloria?”
Dicen esto, no porque no sepan quién es, sino porque quieren oír
la respuesta de sublime loor:
“Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.
Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.”
Vuelve a oírse otra vez: “¿Quién es este Rey de gloria?” porque
los ángeles no se cansan nunca de oír ensalzar su nombre. Y los
ángeles de la escolta responden:
“Jehová de los ejércitos,
El es el Rey de la gloria.
Entonces los portales de la ciudad de Dios se abren de par en
par, y la muchedumbre angélica entra por ellos en medio de una
explosión de armonía triunfante.
Allí está el trono, y en derredor el arco iris de la promesa. Allí
están los querubines y los serafines. Los comandantes de las huestes
angélicas, los hijos de Dios, los representantes de los mundos que
nunca cayeron, están congregados. El concilio celestial delante del
cual Lucifer había acusado a Dios y a su Hijo, los representantes
de aquellos reinos sin pecado, sobre los cuales Satanás pensaba
establecer su dominio, todos están allí para dar la bienvenida al
Redentor. Sienten impaciencia por celebrar su triunfo y glorificar a
su Rey.
Pero con un ademán, él los detiene. Todavía no; no puede ahora
recibir la corona de gloria y el manto real. Entra a la presencia de
su Padre. Señala su cabeza herida, su costado traspasado, sus pies
lacerados; alza sus manos que llevan la señal de los clavos. Presenta
los trofeos de su triunfo; ofrece a Dios la gavilla de las primicias,
aquellos que resucitaron con él como representantes de la gran
multitud que saldrá de la tumba en ocasión de su segunda venida. Se
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acerca al Padre, ante quien hay regocijo por un solo pecador que se
arrepiente. Desde antes que fueran echados los cimientos de la tierra,