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El Deseado de Todas las Gentes
El poder romano fué, en las manos de Dios, el instrumento para
impedir que la luz del mundo se apagase en las tinieblas. De acuerdo
con el plan de Dios, la cruz debía de ser levantada a la vista de todas
las naciones, lenguas y pueblos, y llamar la atención al Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo.
Poco después de la crucifixión de Cristo, cesó el empleo de la
cruz en Judea. Las escenas que acontecieron en ocasión de la muerte
del Salvador, la intensa malignidad de los sacerdotes y la ira del
pueblo, así como las convulsiones de la naturaleza y las tinieblas
sobrenaturales, inspiraron tal terror a los romanos que pronto cesaron
de usar la cruz como instrumento de muerte. En la destrucción
de Jerusalén, la crucifixión revivió por un tiempo; pero entonces
fueron los judíos mismos las víctimas. La misma suerte que habían
pronunciado sobre Cristo, recayó sobre ellos. Multitudes perecieron
de esta manera. En el Calvario se plantaron cruces tan numerosas
como si hubiesen sido árboles de un bosque.
La venida de Cristo en el tiempo y en la manera en que se
produjo, fué un cumplimiento directo y completo de la profecía. La
evidencia de esto, dada al mundo por medio del testimonio de los
apóstoles y de sus asociados, es una de las pruebas más categóricas
de la fe cristiana. Nosotros no fuimos testigos oculares de la vida
de Jesús, pero tenemos el testimonio de sus discípulos; y por la fe
vemos por sus ojos y oímos por sus oídos, y nuestra fe acepta la
evidencia dada.
Los apóstoles aceptaron a Cristo por el testimonio de la profecía,
que les fué confirmada al ver y tocar ellos el Verbo de la vida.
Nosotros también tenemos el testimonio de los profetas del Antiguo
Testamento, y tenemos, además, el testimonio de los apóstoles y
creyentes del Nuevo. Los profetas señalaban a un Salvador que iba
a venir; los apóstoles hablaron de un Salvador que había venido en
exacto cumplimiento de la profecía. Así la cadena de la evidencia
es completa y cabal. Es suficiente para convencer a todos los que
quieran creer. Dios ha dado a los hombres amplio testimonio para
establecer su fe en su poder, en la divina misión de su Hijo, y en la
autoridad y la obra del Espíritu Santo.
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Nota 3. Página 585—Los presagios que han de preceder a la
segunda venida de Cristo son muchos (
Lucas 21:25-27
); pero en