Página 147 - La Educaci

Basic HTML Version

La educación en el hogar
143
madres acudían a él con sus pequeñuelos y reprendió a los discípulos
que querían apartarlos, diciendo: “Dejad los niños venir a mí, y no
los impidáis; porque de tales es el reino de Dios”. Jesús ama a los
pequeñuelos y está observando para ver cómo los padres llevan a
cabo su cometido.
La iniquidad abunda por todos lados, y si los niños se salvan
será debido a esfuerzos serios y perseverantes. Cristo ha dicho: “Yo
me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados”.
Quiso que sus discípulos fuesen santificados, y se hizo él mismo
ejemplo de ellos, para que pudieran seguirle. ¿Qué acontecería si
los padres y las madres se situasen en la misma posición, diciendo:
“Deseo que mis hijos tengan firmes principios y yo les daré un
ejemplo de ello con mi vida”? Que la madre no considere demasiado
grande sacrificio alguno, si es hecho por la salvación de su familia.
Recordad que Jesús dió su vida con el propósito de rescataros de la
[153]
ruina a vosotros y a vuestros hijos. Tendréis su simpatía y ayuda en
esta bendita obra y seréis colaboradores de Dios.
Aunque faltemos en cualquier otra cosa, esmerémonos en la
obra por nuestros niños. Si la disciplina doméstica los hace puros
y virtuosos, así ocupen el lugar más pequeño y humilde en el gran
plan de Dios para el bien del mundo, la obra de nuestra vida jamás
será llamada fracaso.—
Christian Temperance and Bible Hygiene,
60-72 (1880)
. Reproducido en
Fundamentals of Christian Education,
149-161
.
[154]