Página 184 - La Educaci

Basic HTML Version

180
La Educación Cristiana
que la gracia puede hacer por los agentes humanos que ponen su
confianza en Dios.
Sea cada escuela de iglesia dirigida con tanto orden, que Cristo
pueda honrar el aula con su presencia. El Maestro no acepta un
servicio trivial y espurio. Sepan los maestros aprender, dedicando
toda la mente a la tarea de instruirse para prestar un servicio eficiente.
Deben sentir siempre preocupación por las almas, no porque ellos
mismos pueden salvarlas, sino porque, como mano auxiliadora de
Dios, tienen el privilegio de ganar a sus alumnos para Cristo.
Maestros, no haya insensatez en vuestra conversación. En las
escuelas os dedicáis a conducir, a ofrecer el debido ejemplo a los
niños presentándolos cada mañana a Dios en oración. Por lo tanto,
pedidle fuerza a cada hora y creed que él os ayuda. Mientras hacéis
esto, conquistaréis el afecto de los niños. Gracias a Dios, el guiarlos
no es trabajo tan difícil. Tenemos un Auxiliador, que es infinitamente
más fuerte que nosotros. Estoy agradecidísima porque no hemos de
depender de nosotros mismos, sino de la fuerza de lo alto.
Si vuestra vida está escondida con Cristo en Dios, a vuestro
lado habrá un ayudador divino, y seréis una cosa con el Salvador, y
con aquellos a quienes estáis enseñando. No exaltéis nunca el yo;
exaltad a Cristo, glorificadle, honradle delante del mundo. Decid: Me
hallo bajo el estandarte tinto en sangre del Príncipe Emanuel. Estoy
completamente de parte del Señor. Manifestad simpatía y ternura
al tratar con vuestros alumnos. Revelad el amor de Dios. Sean las
palabras que habláis bondadosas y estimulantes. Entonces, a medida
que trabajéis por ellos, ¡qué transformación se realizará en el carácter
de los que han sido debidamente educados en el hogar! El Señor
puede hacer aun de los maestros jóvenes, si quieren consagrarse a
él, medios de revelar su gracia.
[195]
Exigid obediencia
El maestro debe manifestar verdadero respeto propio en todo
lo que hace. No debe permitirse manifestar viveza de genio. No
debe castigar duramente a los niños que necesitan corrección. Debe
entender que ha de mantener en sujeción al yo. Nunca debe olvidar
que hay sobre él un Maestro divino, de quien es alumno y bajo cuyo
control está siempre. A medida que humilla el corazón delante de