Página 231 - La Educaci

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Los libros en nuestros colegios
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está presentado como oro, plata y piedras preciosas! La clase de
educadores y estudiantes que se precian de sabios, no sabe nada
como debiera saberlo. Tiene que aprender mansedumbre y humildad
en la escuela de Cristo para que pueda estimar grandemente aquello
que el cielo tiene por excelente. Aquellos que reciben una educa-
ción valiosa, educación que será tan duradera como la eternidad, no
serán considerados como los hombres mejor educados del mundo.
Empero la Escritura declara que “el temor de Jehová es el principio
de la sabiduría”. Esta clase de conocimiento está por debajo de la
norma, según la estimación del mundo; no obstante, es esencial que
todo joven llegue a ser sabio en las Escrituras si quiere tener vida
eterna. El apóstol dice: “Toda Escritura es inspirada divinamente y
útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justi-
cia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido
para toda buena obra”.
2 Timoteo 3:16, 17
. Esto es bastante amplio.
Traten todos de comprender, hasta el máximo de sus facultades, el
significado de la Palabra de Dios. Una mera lectura superficial de
la inspirada Palabra de Dios, será de escaso beneficio, porque cada
declaración hecha en las sagradas páginas, requiere un cuidadoso
estudio. Es cierto que algunos pasajes no requieren tan seria con-
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centración como otros, porque su significado es más evidente; pero
el estudiante de la Palabra de Dios debiera tratar de comprender la
relación que existe entre un pasaje y otro, hasta que la cadena de
la verdad se manifieste ante su vista. Como las vetas del precioso
metal están ocultas debajo de la superficie de la tierra, del mismo
modo las riquezas espirituales se hallan escondidas en el pasaje de
la Sagrada Escritura y es necesario el esfuerzo mental y la atención
piadosa para descubrir el significado oculto de la Palabra de Dios.
Que todo estudiante que aprecia el tesoro celestial esfuerce hasta el
extremo sus facultades mentales y espirituales y ahonde el socavón
hasta la mina de la verdad a fin de que pueda obtener el oro celestial,
es decir la sabiduría que ha de hacerlo sabio para salvación.
Si la mitad del celo desplegado en tratar de comprender las
brillantes ideas de los incrédulos se manifestase en estudiar el plan de
salvación, millares que ahora moran en tinieblas estarían encantados
con la sabiduría, la pureza y la elevación de los medios que Dios
provee en nuestro favor; quedarían en éxtasis por la admiración y
asombro que les causaría el amor y la condescendencia de Dios en