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La Educación Cristiana
hacer sentir en grado apreciable la enfermedad corporal a la familia
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humana. Si Adán, al tiempo de su creación, no hubiese sido dotado
de una vitalidad veinte veces mayor que la que los hombres tienen
actualmente, la especie, con sus presentes métodos de vida y sus
violaciones de la ley natural, se habría extinguido. Al tiempo del
primer advenimiento de Cristo, el género humano había degenerado
tan rápidamente, que acumuladas enfermedades pesaban sobre aque-
lla generación, y abrían paso a una marea de dolor y a una carga de
miseria indescriptible.
Me ha sido presentada la desdichada condición del mundo en la
época actual. Desde la caída de Adán, la raza humana se ha estado
degenerando. Me han sido mostradas algunas de las causas de la
deplorable condición presente de hombres y mujeres formados a
la imagen de Dios; y la comprensión de lo mucho que es menester
hacer para contrarrestar, aunque sea en pequeña escala, la decadencia
física, mental y moral, causó dolor y desaliento a mi corazón. Dios
no creó a la humanidad en su débil condición presente. Este estado
de cosas no es obra de la Providencia sino del hombre; ha sido
ocasionado por hábitos errados y abusos, por la violación de las
leyes que Dios estableció para regir la existencia del hombre. Por
ceder a la tentación de satisfacer el apetito, Adán y Eva fueron los
primeros en perder su elevado, santo y feliz estado. Y a la misma
tentación se debe el que los humanos se hayan debilitado. Han
consentido que el apetito y la pasión ocupen el trono y reduzcan a la
esclavitud a la razón y la inteligencia.
La violación de la ley física, y su consecuencia, el sufrimiento
humano, han prevalecido por tanto tiempo, que hombres y mujeres
consideran el presente estado de enfermedad, sufrimiento, debilita-
miento y muerte prematura, como la porción que tocara en suerte a
la humanidad. El hombre salió de las manos de su Creador perfecto
y hermoso, y a tal punto lleno de vitalidad, que transcurrieron más
de mil años antes de que sus apetitos corrompidos y pasiones, y la
general violación de la ley física, hiciesen sentir notablemente sus
efectos sobre la raza humana. Las generaciones más recientes han
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sentido el peso de la enfermedad y los achaques más rápida y dura-
mente aún que cualquier otra generación. La vitalidad ha quedado
muy debilitada por la satisfacción del apetito y la pasión lujuriosa.