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Las escuelas de los antiguos hebreos
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Muchos de los maestros religiosos se sostenían a sí mismos por
medio del trabajo manual. Aun en época ulterior a la de Cristo, no
se consideraba degradante que Pablo y Aquila se ganaran el sustento
trabajando de fabricantes de tiendas.
Los principales temas de estudio eran la ley de Dios, con las
instrucciones dadas a Moisés, historia sagrada, música sagrada y
poesía. Era el propósito grandioso de todo estudio aprender la vo-
luntad de Dios y los deberes de su pueblo. En las crónicas de la
historia sagrada se seguían las huellas de Jehová. De los hechos
del pasado se sacaban lecciones de instrucción para lo futuro. Las
grandes verdades expuestas por los símbolos y sombras de la ley
mosaica eran sacadas a luz y la fe se asía del objeto central de todo
el sistema: el Cordero de Dios que había de quitar los pecados del
mundo.
El idioma hebreo era cultivado como el más sagrado del mundo.
Se mantenía un espíritu de devoción. No solamente se enseñaba a los
alumnos el deber de orar, sino también cómo orar, cómo acercarse a
su Creador, cómo ejercitar la fe en él y cómo comprender y obedecer
las enseñanzas de su Espíritu. Inteligencias santificadas sacaban del
tesoro de Dios.
El arte de la melodía sagrada era diligentemente cultivado. No
se oía el frívolo vals ni la canción petulante que ensalzaba al hombre
y apartaba la atención de Dios, sino sagrados y solemnes salmos
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de alabanza al Creador, que engrandecían su nombre y repetían sus
obras maravillosas. De ese modo se hacía servir a la música para
un propósito santo: dirigir los pensamientos hacia lo que era puro,
noble y elevador y despertar en el alma devoción y gratitud hacia
Dios.
¡Cuán grande es la diferencia entre las escuelas de la antigüedad,
bajo la dirección de Dios mismo, y nuestras modernas instituciones
de enseñanza! Hasta en los cursos de teología muchos alumnos
se gradúan con menos conocimiento real de Dios y de la verdad
religiosa que cuando ingresaron. Pocas instituciones pueden hallarse
que no estén gobernadas por las reglas y costumbres del mundo.
Hay pocas donde el amor de padres cristianos no se encuentre con
amargos desengaños.
¿En qué consiste la superior excelencia de nuestros sistemas de
educación? ¿En la literatura clásica con que se atiborra a nuestros