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Algunos principios del sano vestir
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larga. Cualquiera que haya visto a una mujer así ataviada, con las
manos llenas de paquetes, intentando subir o bajar escaleras, trepar a
un tranvía, abrirse paso por entre la muchedumbre, andar por el suelo
encharcado, o por un camino cenagoso, no necesita más pruebas
para convencerse de la incomodidad de la falda larga.
Otro grave mal es que las caderas sostengan el peso de la falda.
Este gran peso, al oprimir los órganos internos, los arrastran hacia
abajo, por lo que causa debilidad del estómago y una sensación de
cansancio, que crea en la víctima una propensión a encorvarse, que
oprime aún más los pulmones y dificulta la respiración.
En estos últimos años los peligros que resultan de la compresión
de la cintura han sido tan discutidos que pocas personas pueden
alegar ignorancia sobre el particular; y sin embargo, tan grande es el
poder de la moda que el mal sigue adelante, con incalculable daño
para las mujeres. Es de suma importancia para la salud que el pecho
disponga de sitio suficiente para su completa expansión y los pulmo-
nes puedan inspirar completamente, pues cuando están oprimidos
disminuye la cantidad de oxígeno que inhalan. La sangre resulta
insuficientemente vitalizada, y las materias tóxicas del desgaste que
deberían ser eliminadas por los pulmones quedan en el organismo.
Además, la circulación se entorpece, y los órganos internos quedan
tan oprimidos que se desplazan y no pueden funcionar debidamente.
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El corsé apretado no embellece la figura. Uno de los principales
elementos de la belleza física es la simetría, la proporción armónica
de los miembros. Y el modelo correcto para el desarrollo físico no
se encuentra en los figurines de las modistas francesas, sino en la
forma humana tal como se desarrolla según las leyes de Dios en la
naturaleza. Dios es autor de toda belleza, y sólo en la medida en
que nos conformemos a su ideal nos acercaremos a la norma de la
verdadera belleza
Otro mal fomentado por la costumbre es la distribución desigual
de la ropa, de modo que mientras ciertas partes del cuerpo llevan
un exceso de ropa, otras quedan insuficientemente abrigadas. Los
pies, las piernas, y los brazos, por estar más alejados de los órganos
vitales, deberían ir mejor abrigados. Es imposible disfrutar buena
salud con las extremidades siempre frías, pues si en ellas hay poca
sangre, habrá demasiada en otras partes del cuerpo. La perfecta salud
requiere una perfecta circulación; pero ésta no se consigue llevando