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La educación apropiada
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tes ramos para que los estudiantes pudieran tener ocupación y el
ejercicio necesario fuera de las horas de clase.
Las ocupaciones y diversiones de los estudiantes debieran ha-
ber sido reglamentadas de acuerdo a las leyes de la naturaleza y
adaptadas para conservar el saludable vigor de todas las faculta-
des del cuerpo y de la mente. Entonces podrían haber obtenido un
conocimiento práctico de negocios y oficios mientras adquirían su
educación literaria. Debiera haberse despertado la sensibilidad moral
de los estudiantes para que viesen y sintiesen que la sociedad tiene
derechos sobre ellos y que deberían vivir obedientes a las leyes de
la naturaleza de modo que pudiesen, por su existencia e influencia,
por precepto y ejemplo, ser de provecho y bendición para aquélla.
Debiera hacerse la impresión en los jóvenes de que todos ejercen
de continuo influencia en la sociedad para mejorar y elevar o para
menoscabar y degradar. El primer tema de estudio de los jóvenes
debería ser el de conocerse a sí mismos y saber cómo conservar sano
su organismo.
Muchos padres dejan a sus hijos en la escuela aproximadamente
todo el año. Estos niños siguen la rutina de estudios maquinalmente,
pero no retienen lo que aprenden. Muchos de estos asiduos estu-
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diantes parecen casi privados de vida intelectual. La monotonía del
estudio constante les cansa la mente; no tienen más que un pequeño
interés en sus lecciones; y para muchos la aplicación al estudio de los
libros llega a ser penosa. No sienten en sí amor por el pensamiento
ni la ambición de adquirir conocimiento. No alientan el hábito de la
reflexión y la investigación.
Los niños tienen gran necesidad de educación apropiada para
que puedan ser de utilidad en el mundo. Pero cualquier esfuerzo
que exalte la cultura intelectual por encima de la disciplina moral va
por mal camino. Instruir, cultivar, pulir y refinar a los jóvenes y los
niños debiera ser la preocupación principal de padres y maestros.
Hay pocos hombres de raciocinio estricto y de pensar lógico, porque
influencias falsas han estorbado el desarrollo de la inteligencia. La
creencia de padres y maestros de que el estudio constante fortalece
la inteligencia ha demostrado ser errónea, porque en muchos casos
ha tenido el resultado opuesto.
En la educación primera de los niños, muchos padres y maestros
dejan de comprender que es necesario prestar la mayor atención