Página 270 - La Educaci

Basic HTML Version

266
La Educación Cristiana
ingresaron en él. La salud debe protegerse de modo tan sagrado
como el carácter.
Muchos estudiantes ignoran deplorablemente que el régimen
ejerce una influencia poderosa sobre la salud. Algunos no han hecho
jamás un esfuerzo decidido por dominar el apetito o por observar
reglas apropiadas en cuanto al régimen. Comen demasiado, hasta en
las comidas regulares, y además, comen entre comidas siempre que
se presente la tentación. Si los que profesan ser cristianos desean
resolver los problemas que los perturban, tales como por qué sus
inteligencias son tan torpes, por qué tan débiles sus aspiraciones
religiosas, no necesitan, en muchos casos, ir más allá que la mesa;
hay ahí causa suficiente, si es que no existe otra.
Muchos se apartan de Dios por su complacencia del apetito.
El que advierte la caída de un pajarillo, el que cuenta hasta los
cabellos, anota el pecado de aquellos que complacen un apetito
pervertido a expensas del debilitamiento de las fuerzas físicas, del
entorpecimiento de la inteligencia y del amortiguamiento de las
percepciones morales.
Los maestros mismos debieran prestar la debida atención a las
leyes de la salud de modo que puedan conservar sus propias faculta-
des en la mejor condición posible y, por ejemplo y precepto, ejercer
una correcta influencia sobre sus alumnos. El docente cuyas fuerzas
físicas están ya debilitadas por la enfermedad o el exceso de trabajo,
debe prestar especial atención a las leyes de la vida. Debiera darse
tiempo para recrearse. No debiera tomar sobre sí responsabilidades
separadas de su trabajo escolar, que lo recarguen física y mental-
mente de tal modo que se desequilibre su sistema nervioso; pues así
quedaría incapacitado para tratar con otras mentes y no podría ser
equitativo ni consigo mismo ni con sus alumnos.
Nuestras instituciones de enseñanza debieran estar provistas de
todo lo que facilite la instrucción en cuanto al mecanismo del cuerpo
humano. Se ha de enseñar a los estudiantes cómo respirar, cómo
leer y hablar de modo que la tensión no se ejerza en la garganta
[291]
y los pulmones sino en los músculos abdominales. Los docentes
necesitan educarse en esto. Nuestros estudiantes debieran tener una
perfecta preparación para que puedan entrar en la vida activa con
un conocimiento inteligente de la morada que Dios les ha dado.
Enseñadles que tienen que ser estudiantes por tanto tiempo como