Página 311 - La Educaci

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Trabajo y educación
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ciencia. En ocupaciones agrícolas o mecánicas, los hombres pueden
demostrar a Dios que aprecian el don de las facultades físicas como
asimismo el de las mentales. Empléese la capacidad ya educada en
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idear mejores métodos de trabajo. Esto es lo que el Señor desea.
Hay honra en cualquier clase de trabajo cuya ejecución sea esencial.
Hágase de la ley de Dios la norma de la acción y ella ennoblecerá
y santificará todo trabajo. La fidelidad en el cumplimiento de cada
deber ennoblece la obra y revela un carácter que Dios puede aprobar.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma,
y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas”. Dios desea el amor que
se expresa en el servicio hecho de corazón, en el servicio prestado
con la mente, en el servicio realizado mediante las facultades físicas.
No hemos de ser mezquinos en cualquier servicio que prestemos a
Dios. Cualquier cosa que nos haya dado prestada hemos de usarla
para él inteligentemente. El hombre que ejercita sus facultades, las
fortalecerá seguramente; con todo, debe tratar de hacer lo mejor que
puede. Se requieren inteligencia y habilidad educada para idear los
mejores métodos en la labranza, en la construcción y en cualquier
otro ramo, a fin de que el obrero no trabaje en vano.
No es una virtud que hombres o mujeres toleren la lentitud y la
chabacanería en el trabajo, sea cual fuere su carácter. Los hábitos
de lentitud deben vencerse. El hombre despacioso y que hace su
trabajo sin producir beneficio, no es obrero de valor. Su lentitud es
un defecto que es menester ver y corregir. Dicho obrero tiene que
hacer uso de la inteligencia para idear cómo emplear el tiempo de
modo que logre los mejores resultados. Cuando uno está siempre
trabajando y el trabajo jamás se termina, la causa de ello se debe a
que la mente y el corazón no están puestos en el trabajo. Algunas
personas emplean diez horas en hacer aquello que otras ejecutan
fácilmente en cinco. Tales obreros no aplican tacto ni método a su
trabajo. Hay que aprender algo cada día acerca de cómo mejorar en
la manera de trabajar, de modo que se termine la tarea y se tenga
tiempo para otra cosa. Es deber de todo obrero poner no sólo sus
fuerzas, sino también su mente e intelecto en aquello que va a hacer.
Algunos de los que se ocupan en el trabajo doméstico están siempre
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trabajando y esto no porque tengan tanto que hacer sino porque no
hacen planes para disponer de tiempo. Debieran fijarse un tiempo
determinado para cumplir sus tareas y hacer que cada uno de sus