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Trabajo y educación
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situarse, mientras sea posible, donde la vista pueda contemplar las
cosas de la naturaleza en vez de un grupo de casas. El paisaje siem-
pre variable dará satisfacción al gusto y dominará la imaginación.
Es la naturaleza un maestro vivo que enseña constantemente.
He estado inquieta por muchas cosas tocantes a nuestros cole-
gios. En su trabajo los jóvenes están asociados con las jóvenes y
hacen el trabajo que corresponde a las mujeres. Esto es aproxima-
damente todo lo que hay para ocuparlos, según se hallan ubicados
actualmente; pero, por la luz que se me ha dado, no es ésta la clase
de educación que los jóvenes necesitan. No les proporciona el cono-
cimiento que deben llevar consigo a sus hogares. Debiera haber una
clase de trabajo diferente a su alcance, que les diera la oportunidad de
mantener ocupadas las facultades físicas lo mismo que las mentales.
Debiera haber tierra para cultivo. No está muy lejos el tiempo cuan-
do las leyes contrarias al trabajo dominical sean más rigurosas, por
lo que debiera hacerse un esfuerzo para adquirir terrenos lejos de las
ciudades, donde puedan cultivarse frutas y verduras. La agricultura
ofrecerá recursos para el propio sostén; además, podrían aprenderse
otros oficios. Este trabajo real y activo demanda fuerza intelectual
lo mismo que muscular. Se requieren método y tacto para cultivar
con éxito frutas y verduras. Los hábitos de laboriosidad serán una
ayuda importante para que los jóvenes resistan la tentación.
Hay en la agricultura campo abierto para dar salida a sus aprisio-
nadas energías, las cuales, si no se emplean en ocupación útil, serán
fuente constante de prueba para ellos y para sus maestros. Pueden
idearse muchas clases de trabajos, adaptados a diferentes personas.
Empero, el trabajo de la tierra será para el obrero una bendición
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especial. Existe una falta grande de hombres inteligentes para labrar
la tierra, hombres que sean íntegros. Este conocimiento no será un
obstáculo para la educación esencial para los negocios o la utilidad
en cualquier sentido. Para aumentar la capacidad productiva de la
tierra se requiere cuidado e inteligencia. Ello no sólo desarrollará
los músculos sino también las aptitudes para el estudio, en virtud de
quedar equilibrada la acción del cerebro y de los músculos. Debiéra-
mos disciplinar a los jóvenes de tal manera que llegue a gustarles
trabajar la tierra y a deleitarles mejorarla. La esperanza de promover
la causa de Dios en este país está en crear un nuevo gusto moral en
el amor al trabajo, lo cual transformará la mente y el carácter.