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La Educación Cristiana
obtener del suelo que cultiva. En cada fase de esta clase de trabajo
puede educarse la mente para trabajar por la salvación de almas, por
las cuales murió Cristo. “Vosotros labranza de Dios sois, edificio
de Dios sois”. Lleven consigo los docentes de nuestros colegios
a sus alumnos a los huertos y terrenos y enséñenles a trabajar la
tierra en la forma más excelente. Sería bueno si los pastores que
trabajan en palabra o doctrina pudieran ir a los campos y pasar parte
del día en ejercicio corporal con los alumnos. Podrían hacer como
hizo Cristo, cuando dió lecciones de la naturaleza para ilustrar la
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verdad de la Biblia. Tanto los maestros como los alumnos, tendrían
entonces mucho más sana experiencia en las cosas espirituales,
inteligencias más poderosas y más puros corazones para interpretar
los misterios eternos que con sólo estudiar libros tan de continuo y
haciendo trabajar el cerebro sin dar ocupación a los músculos. Dios
ha dado a los hombres y a las mujeres facultades de raciocinio, y
quisiera que empleasen la razón en lo tocante al uso de su maquinaria
física. Podrá preguntarse: “¿Cómo puede adquirir sabiduría aquel
que maneja el arado y dirige los bueyes? Buscándola como a plata e
inquiriendo por ella como por tesoros escondidos”. “Así su Dios le
enseña lo que es conveniente, y le instruye”. “Esto también procede
de Jehová de los ejércitos, el cual es maravilloso en consejo y grande
en sabiduría”.
El que enseñó a Adán y Eva en el Edén a cuidar el huerto, ense-
ñará a los hombres hoy día. Hay sabiduría al alcance de aquel que
maneja el arado y siembra la simiente. La tierra tiene sus tesoros
escondidos y el Señor quisiera que trabajasen el suelo millares de los
que se aglomeran en las ciudades en espera de una oportunidad para
ganarse una bagatela. En muchos casos esa bagatela no se convierte
en pan, sino que es puesta en el cajón del tabernero a cambio de lo
que destruye la razón del hombre formado a la imagen de Dios. Los
que lleven a sus familias al campo las colocarán con ello lejos de
las tentaciones. Los niños cuyos padres aman y temen a Dios, están
en cualquier forma ventajosamente situados para aprender del gran
Maestro, origen y fuente de la sabiduría. Tienen una oportunidad
muy favorable para obtener la idoneidad necesaria para el reino de
los cielos. Mándese a los niños a la escuela situada en la ciudad,
donde cada clase de tentación espera para atraerlos y desmoralizar-