Página 324 - La Educaci

Basic HTML Version

320
La Educación Cristiana
tiernos años, a ser útiles. Enseñadles a pensar que, como miembros
de la familia, tienen que desempeñar una parte interesada y pro-
vechosa, compartiendo las responsabilidades domésticas, y buscar
ejercicio saludable en el cumplimiento de los deberes propios del
hogar.
Importa a los padres el hallar provechosa ocupación para sus
hijos, la cual ha de incluir el llevar responsabilidades a medida que
su edad y fuerzas lo permitan. Se debiera dar a los niños algo que
hacer que no sólo los tenga ocupados sino que también les interese.
Esas manos y esos cerebros activos deben ser ocupados desde sus
más tiernos años. Si los padres dejan de encauzar las energías de sus
hijos por rumbos de utilidad, les hacen un grave daño; pues Satanás
está preparado para hallarles algo que hacer. ¿No se les han de
escoger los quehaceres y no han de ser los padres sus enseñadores?
Cuando el niño tiene edad suficiente para que se lo mande a
la escuela, el maestro debe cooperar con los padres y la prepara-
ción manual debe continuarse como parte de sus deberes escolares.
Hay muchos alumnos que ponen reparos a esta clase de trabajo en
los colegios. Consideran las ocupaciones útiles, como aprender un
oficio, como cosa degradante; pero tales personas tienen una idea
incorrecta de lo que constituye la verdadera dignidad. Nuestro Señor
y Salvador Jesucristo, el cual es uno con el Padre, el que manda en
los atrios celestiales, fué el instructor y guía personal de los hijos
de Israel; y entre ellos fué requerido que cada joven aprendiera a
trabajar. Todos tenían que educarse en algún ramo de actividad a fin
de que poseyeran un conocimiento de la vida práctica y no sólo se
sostuviesen a sí mismos sino que también fuesen útiles. Esta fué la
instrucción que Dios dió a su pueblo.
En su vida terrenal fué Cristo un ejemplo para toda la familia
humana y en el hogar fué obediente y útil. Aprendió el oficio de
[353]
carpintero y con sus propias manos trabajó en el pequeño taller de
Nazaret. Había vivido en medio de las glorias del cielo; sin embargo,
cubrió su divinidad con humanidad a fin de poder asociarse con
la humanidad y llegar a los corazones por el camino común de la
simpatía. Y siendo hallado en condición de hombre, humillóse a sí
mismo, y trabajó por la restauración del alma humana, adaptándose
a sí mismo a la situación en la cual halló a la humanidad.