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La Educación Cristiana
¡Qué exhibición fué aquélla para que los alumnos informasen
de ella a sus lejanos amigos y conocidos! Fué un testimonio que
revelaba, no lo que Dios había realizado en el colegio, sino lo que
Satanás había logrado. Grave es la consecuencia de una sola ocasión
en que alguien se aparta así de la instrucción que Dios ha dado
concerniente a nuestros colegios. Una vez quebrantadas las vallas, el
progreso del enemigo será importante, a menos que el Señor humille
los corazones y convierta las mentes.
El esfuerzo para reconquistar lo que se perdió con las cosas que
se hicieron en aquella tarde, costó a los profesores mucho trabajo.
Fueron severamente probados. Entre los alumnos se mostró un
deseo de más placeres, y menos consideración por la instrucción de
la Palabra de Dios. El Señor del cielo quedó así deshonrado, y la
complacencia de los deseos del corazón humano en el pecado y en
el amor al placer, fué la educación recibida.
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Gobiérnense los que están educando a los jóvenes de acuerdo con
los elevados y santos principios que Cristo ha expuesto en su Palabra.
Recuerden que, hasta donde sea posible, tienen que reconquistar el
terreno perdido, y que han de introducir en nuestras escuelas la
espiritualidad que reinaba en las escuelas de los profetas.
La Biblia como nuestra consejera
Los maestros necesitan un profundo conocimiento de la Palabra
de Dios. La Biblia, y solamente la Biblia, debe ser su consejera.
La Palabra de Dios es como las hojas del árbol de la vida. Allí se
satisface toda necesidad de los que aman sus enseñanzas y las ponen
en práctica en su vida. Muchos de los alumnos que vienen a nuestras
escuelas son inconversos, aunque hayan sido bautizados. No saben
lo que significa ser santificados por la fe en la verdad. Se les debe
enseñar a escudriñar y comprender la Biblia, a recibir sus verdades
en el corazón y ejecutarlas en la vida diaria. Así se fortalecerán en
el Señor, porque los tendones y los músculos espirituales estarán
nutridos por el pan de vida.
El Señor desea que sus dispensadores cumplan fielmente sus
deberes, en su nombre y en su fortaleza. Creyendo en su Palabra y
actuando de acuerdo con sus enseñanzas, pueden avanzar venciendo
y para vencer. Pero cuando los hombres se apartan de los principios