Página 363 - La Educaci

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Carácter y obra de los maestros
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la Palabra de Dios. El “Escrito está” debiera manifestarse en sus
vidas. Mediante su propio proceder deben enseñar sencillez y hábitos
correctos en todas las cosas. Nadie debe unirse a nuestros colegios
como educador si no ha tenido experiencia en obedecer a la Palabra
del Señor.
Los directores y profesores tienen necesidad de ser bautizados
con el Espíritu Santo. La ferviente oración de las almas contritas
será acogida ante el trono de Dios y él la contestará a su debido
tiempo si por la fe nos aferramos de su brazo. Piérdase el yo en
Cristo y Cristo en Dios, y habrá una manifestación de su poder que
enternecerá y subyugará los corazones. Cristo enseñó de una mane-
ra completamente diferente de los métodos ordinarios; y nosotros
debemos cooperar con él.
La enseñanza significa mucho más de lo que muchos suponen.
Se requiere gran habilidad para hacer comprender la verdad. Por
esta razón cada docente debe procurar que aumente su conocimiento
de la verdad espiritual; pero no puede obtener este conocimiento si
se aparta de la Palabra de Dios. Si quiere que mejoren diariamente
sus facultades y aptitudes, debe estudiar; debe comer y asimilar la
Palabra y trabajar como trabajó Cristo. Cada facultad del alma que
se nutre con el pan de vida será vigorizada por el Espíritu de Dios.
Esta es la comida que a vida eterna permanece.
Los maestros y profesores que aprendan del Gran Maestro perci-
birán la ayuda de Dios como la percibieron Daniel y sus compañeros.
Les es necesario ascender hacia el cielo en lugar de permanecer en
el llano. La experiencia cristiana debe combinarse con la educación
verdadera. “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados
una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
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espirituales, agradables a Dios por Jesucristo”.
1 Pedro 2:5
. Los
docentes y los alumnos deben estudiar esta ilustración y ver si per-
tenecen a la clase que, en virtud de la abundante gracia ofrecida,
alcanza la experiencia que ha de tener todo hijo de Dios antes de que
pueda pasar al grado superior. En toda su enseñanza deben impartir
luz del trono de Dios, porque la educación es una obra cuyos efectos
se verán durante los siglos sin fin de la eternidad.
Deben inducir a los alumnos a pensar y a comprender claramente
la verdad por sí mismos. No basta que el profesor explique o que el
alumno crea; se ha de provocar la investigación e incitar al alumno a