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La Educación Cristiana
enunciar la verdad en su propio lenguaje para demostrar que ve su
fuerza y se la aplica. Con esmerado esfuerzo deben grabarse así en
la mente las verdades vitales. Podrá ser éste un procedimiento lento;
pero vale más que recorrer con demasiada prisa asuntos importantes
sin darles la consideración debida. Dios espera de sus instituciones
que sobrepujen a las del mundo por cuanto lo representan. Los
hombres verdaderamente unidos con Dios mostrarán al mundo que
él es quien maneja el timón.
Nuestros maestros necesitan aprender de continuo. Los refor-
madores deben reformarse a sí mismos no sólo en sus métodos de
trabajo, sino también en su corazón. Necesitan ser transformados
por la gracia de Dios. Cuando Nicodemo, un gran maestro de Is-
rael, fué a Jesús, el Maestro le expuso las condiciones de la vida
divina, enseñándole el alfabeto mismo de la conversión. Nicode-
mo preguntó: “¿Cómo puede ser esto?” “¿Tú eres un maestro de
Israel—respondió Jesús—y no entiendes esto?”
Juan 3:9, 10 (VM)
.
Esta pregunta podría dirigirse a muchos de los que ahora ocupan el
puesto de profesores, mas han descuidado la preparación esencial
que los habilita para dicha tarea. Si las palabras de Cristo fueran
recibidas en el alma, habría una percepción mucho más elevada y un
conocimiento espiritual mucho más profundo de lo que constituye
un discípulo, un sincero seguidor de Cristo y un educador a quien él
pueda aprobar.
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Deficiencias de los maestros
Una buena parte de nuestros docentes tienen mucho que des-
aprender y mucho que aprender, de diferente carácter. A menos que
estén dispuestos a hacer esto, a menos que lleguen a familiarizarse
perfectamente con la Palabra de Dios y sus inteligencias se contrai-
gan a estudiar las gloriosas verdades referentes a la vida del gran
Maestro, fomentarán precisamente los errores que el Señor está tra-
tando de corregir. Planes y opiniones que no debieran concebirse se
grabarán en su mente; y con toda sinceridad llegarán a conclusiones
erróneas y peligrosas. De este modo se sembrará una semilla que no
es grano verdadero. Muchas costumbres y prácticas comunes en la
obra escolar y que tal vez se tienen por cosas pequeñas, no pueden
ahora introducirse en nuestras escuelas. Podrá ser difícil para los