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              La Educación Cristiana
            
            
              ha tornado escorias, tu vino mezclado está con agua. Tus príncipes,
            
            
              prevaricadores y compañeros de ladrones: todos aman las dádivas, y
            
            
              van tras las recompensas: no oyen en juicio al huérfano, ni llega a
            
            
              ellos la causa de la viuda”.
            
            
              “Venid, oh casa de Jacob, y caminemos a la luz de Jehová”.
            
            
              “Dejaos del hombre, cuyo hálito está en su nariz; porque ¿de qué es
            
            
              él estimado?” “No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre,
            
            
              porque no hay en él salud. Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra:
            
            
              en aquel día perecerán sus pensamientos. Bienaventurado aquel en
            
            
              cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza es en Jehová su
            
            
              Dios”. “Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen la carrera
            
            
              de tus caminos”.
            
            
              Estoy alarmada por vosotros, los de Battle Creek. Los docentes
            
            
              son muy rigurosos en acusar y castigar a los alumnos que violan los
            
            
              reglamentos más insignificantes, sin mala intención y más bien por
            
            
              negligencia; o se presentan circunstancias cuando un contraventor
            
            
              es tratado como si hubiera faltado gravemente, cuando en realidad
            
            
              no era una falta desviarse de las reglas existentes que no debieran
            
            
              ser mantenidas con inflexibilidad si se las transgrede. Ahora bien;
            
            
              yo pido que vosotros, docentes, consideréis el lugar en que estáis
            
            
              situados, que razonéis y pronunciéis juicio contra vosotros mismos;
            
            
              por cuanto no sólo habéis infringido las reglas sino que habéis sido
            
            
              [413]
            
            
              rígidos y severos con los estudiantes; y lo que es más, existe una
            
            
              controversia entre vosotros y Dios. No os habéis hecho senderos de-
            
            
              rechos para vuestros pies de modo que el cojo no saliese del camino.
            
            
              Os habéis apartado de las sendas de seguridad. Digo “docentes”;
            
            
              no menciono nombres; esto lo dejo a vuestra conciencia para que
            
            
              ella haga la aplicación. El Señor Dios de Israel ha obrado en medio
            
            
              de vosotros vez tras vez. Habéis tenido grandes evidencias de las
            
            
              pisadas majestuosas del Altísimo. Pero un período de gran luz, de
            
            
              maravillosas revelaciones del Espíritu y poder de Dios, es un pe-
            
            
              ríodo de gran peligro, no sea que la luz no se aproveche. ¿Queréis
            
            
              considerar
            
            
              Jeremías 17:5-10
            
            
              y
            
            
              18:12-15
            
            
              ? Estáis, con toda seguridad,
            
            
              cayendo bajo la censura de Dios. La luz ha estado brillando con
            
            
              rayos claros e invariables sobre vosotros. ¿Qué ha hecho esta luz
            
            
              por vosotros? Cristo, el Príncipe de los pastores, os contempla con
            
            
              desagrado, y pregunta: “¿Dónde está el rebaño que te fué dado, la
            
            
              grey de tu gloria?” “Por tanto, yo os protesto el día de hoy, que yo