Página 379 - La Educaci

Basic HTML Version

A los docentes y alumnos
375
soy limpio de la sangre de todos: porque no he rehuido de anun-
ciaros todo el consejo de Dios. Por tanto mirad por vosotros, y por
todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos
[sobreveedores], para apacentar la iglesia del Señor, la cual ganó
por su sangre”. “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto”.
Los docentes que no tienen una experiencia religiosa progresiva,
que no aprenden diariamente lecciones en la escuela de Cristo a fin
de ser dechados de la grey, sino que aceptan su salario como cosa más
importante, no son idóneos para el puesto solemne, terriblemente
solemne, que ocupan. Según los pasajes citados, es propio de todos
nuestros colegios establecidos como Dios se propuso que lo fueran,
esto es, según el orden o ejemplo de las escuelas de los profetas,
impartir la clase más elevada de conocimiento, el cual constituye
[414]
una representación de valiosos principios, y esto sin mezclar la
escoria con la plata ni el vino con el agua. Las ideas falsas y las
prácticas malsanas leudan lo puro y corrompen lo que siempre
debiera conservarse en ese estado y ser mirado por el mundo, por
los ángeles y por los hombres como instituciones del Señor, como
colegios donde se haga primordial la enseñanza de amar y temer a
Dios. “Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el sólo Dios
verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado”. “Y no como teniendo
señorío sobre las heredades del Señor, sino siendo dechados de la
grey”.
Que los docentes que profesan ser cristianos aprendan diaria-
mente las lecciones de Cristo en la escuela de Cristo. “Llevad mi
yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Pregunto: ¿Lleva
cada educador del colegio el yugo de Cristo o está fabricando sus
propios yugos para ponerlos sobre el cuello de otros, yugos que ni
ellos mismos llevarían—rígidos, severos, exigentes—y esto cuando
ellos mismos se comportan negligentemente con Dios, ofendiéndolo
diariamente en asuntos grandes y pequeños y evidenciando en las
palabras, en el espíritu y en las acciones, que no son un ejemplo ade-
cuado para los alumnos y que no sienten que están bajo la disciplina
del más grande Maestro que el mundo haya conocido? Es necesario
que haya una norma más elevada y más santa en el colegio de Battle