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La Educación Cristiana
trabajo se hace con negligencia, la mente no estará preparada para
hacer el suyo, por haber sido el estómago tratado imprudentemente
y no poder trabajar como conviene.
Se necesitan inteligencias fuertes. El intelecto humano debe ad-
quirir amplitud, vigor, agudeza y actividad. Se le ha de obligar a
hacer trabajo arduo; de otra suerte se volverá débil y deficiente. Se
requiere poder cerebral para pensar más seriamente; se ha de exigir
al cerebro el máximo a fin de resolver y dominar problemas difíciles,
o de otra manera la mente decrecerá en fuerza y capacidad de pensar.
La mente debe idear, trabajar y esforzarse a fin de dar solidez y
vigor al intelecto; por lo que si los órganos físicos no se mantienen
en la más sana condición por medio de alimentos sustanciosos y
nutritivos, el cerebro no recibe la nutrición que le corresponde para
poder trabajar. Daniel comprendía esto y adoptó un régimen sencillo
y nutritivo, rechazando los manjares de la mesa del rey. Los postres,
cuya preparación lleva tanto tiempo, son, muchos de ellos, perjudi-
ciales para la salud. Los alimentos sólidos que requieren masticación
serán mucho mejores que los alimentos blandos o líquidos. Insisto
en esto como cosa esencial. Envío mi amonestación al Colegio de
Battle Creek para que de allí pase a todas nuestras instituciones de
enseñanza. Estudiad estos asuntos, y que los alumnos adquieran una
educación apropiada en la preparación de alimentos sólidos, sanos y
apetitosos que nutran el organismo. Ellos no tienen ahora, ni la han
tenido en lo pasado, la debida preparación y educación acerca de los
alimentos más sanos para formar tendones y músculos igualmente
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sanos y proporcionar nutrición al cerebro y al sistema nervioso.
El intelecto se ha de mantener despierto con trabajo nuevo, activo
y ardoroso. ¿Cómo ha de hacerse esto? El poder del Espíritu Santo
debe purificar los pensamientos y limpiar el alma de su contamina-
ción moral. Los hábitos corruptores no sólo envilecen el alma sino
que también degradan el intelecto. La memoria sufre, sacrificada
sobre el altar de prácticas bajas y dañosas. “El que siembra para
su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para
el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Cuando los docentes y
estudiantes consagren a Dios alma, cuerpo y espíritu y purifiquen
sus pensamientos por medio de la obediencia a las leyes de Dios,
recibirán continuamente una nueva dosis de fuerza física y mental.
Entonces habrá ardientes anhelos de Dios y ferviente oración para