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Palabras a los estudiantes
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que afrontar una gran pérdida. Si queréis andar con seguridad, tenéis
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que guardar el camino del Señor. Vuestro entendimiento tiene que
ser refinado y purificado; tenéis que obrar de acuerdo con el plan
de Dios o, de otra suerte, no tendréis éxito. Debéis estar siempre
creciendo y adelantando en gracia y conocimiento. No podréis hacer
nada aceptable en vuestra vida estudiantil, si no adoptáis hábitos de
sistema y de orden. El trabajar al acaso acarreará un fracaso seguro.
Tenéis que estudiar cuidadosamente la cuestión de las diversio-
nes. Haceos la pregunta: ¿Cuál es la influencia de las diversiones
sobre la mente y el carácter y sobre la obra que he venido a hacer?
¿Qué relación tiene la cuestión de las diversiones con mi vida reli-
giosa, sobre mi carácter de cristiano? Los juegos en que participáis
¿os predisponen para ocuparos en la oración y en el servicio de
Dios? ¿Os ayudan a poner igual suma de celo y ardor en la obra del
Señor que la que demostráis en ellos? Esas diversiones a que os en-
tregasteis ¿no absorbieron vuestro interés a tal punto que no podíais
añadir todo el fervor que debíais al estudio de vuestras lecciones?
¿Cuál ha de tener la supremacía: el servicio de Dios o el servicio del
yo? Examine cada estudiante el terreno en que pisa.
Queridos jóvenes, estáis decidiendo ahora vuestro destino eterno.
Debéis aplicar esfuerzo persistente a vuestra vida cristiana si queréis
perfeccionar un carácter recto. Si tenéis una experiencia religiosa
sin desarrollo, débil e infantil, será para vuestra perdición eterna.
Tenemos que estar “cumplidos en él”. “Por tanto, de la manera que
habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él”. Esto significa que
tenéis que estudiar la vida de Cristo. Tenéis que estudiarla con tanto
más fervor que el que ponéis en el estudio de las materias comunes
del saber cuanto que los intereses eternos son más importantes que
las investigaciones temporales, terrenas. Si apreciáis el valor y el ca-
rácter sagrado de las cosas eternas, aportaréis vuestros pensamientos
más agudos, vuestras mejores energías para la solución del problema
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que comprende vuestro eterno bienestar; pues cualquier otro interés
desaparece por insignificante en comparación con aquél.
Tenéis el modelo: Cristo Jesús. Andad en sus pisadas y estaréis
capacitados para ocupar cualquier puesto que se os llame a desempe-
ñar. Seréis “arraigados en él, y edificados sobre él, y hechos estables
en la fe, así como fuisteis enseñados, y abundando en acciones de
gracias”. No debéis sentir que sois esclavos, sino hijos de Dios; que