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La educación apropiada
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contentan con dedicar su vida a la labor física y dejan que otros
piensen por ellos, mientras a su vez, ejecutan simplemente lo que
otros cerebros han ideado, tendrán fuerza muscular, empero una
inteligencia débil, de poco beneficio comparada con lo que podría
ser si usaran el cerebro tanto como los músculos. Esta clase cae
más pronto si es atacada por la enfermedad, debido a que el organis-
mo se ve privado de la fuerza vigorosa del cerebro para resistir la
enfermedad.
Los hombres que poseen buenas facultades físicas debieran
aprender a pensar y obrar por sí mismos, y no depender de otros
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para que les sirvan de cerebro. Es un error popular entre una clase
numerosa considerar como degradante el trabajo. En vista de ello,
los jóvenes se sienten muy ansiosos de educarse para maestros, ofici-
nistas, comerciantes, abogados, y para ocupar casi cualquier puesto
que no requiera trabajo físico. Las jóvenes consideran el trabajo
doméstico como degradante. Y aunque el ejercicio físico requerido
para hacer el trabajo de la casa, si no es severo en demasía, contribu-
ye mucho a favorecer la salud, buscan, no obstante, la educación que
las habilite para ser maestras u oficinistas, o bien aprenden algún
oficio que las encierra en un aposento con una ocupación sedentaria.
La lozanía de la salud desaparece de sus rostros y caen presa de la
enfermedad porque están privadas del ejercicio físico y pervierten
sus hábitos, por lo general. ¡Todo esto por rendir obediencia a la
moda! Disfrutan una vida delicada que es debilidad y decadencia.
En verdad, existen algunos motivos para que las jóvenes no es-
cojan emplearse para los trabajos domésticos, porque los que toman
señoritas para los trabajos de la cocina, por lo general las tratan
como sirvientas. Sus patrones frecuentemente no las respetan y las
tratan como si fueran indignas de ser miembros de su familia. No
les dan los privilegios que conceden a la costurera, la dactilógrafa
y la maestra de música. Pero no puede haber empleo mejor que los
trabajos domésticos. Cocinar bien, presentar en la mesa alimentos
saludables de una manera atrayente, requiere inteligencia y expe-
riencia. La persona que prepara el alimento que debe ir a nuestro
estómago para ser convertido en sangre que nutra el organismo,
desempeña una misión muy importante y elevada. La posición de
dactilógrafa, modista o maestra de música, no puede igualarse en
importancia a la de cocinera.