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La Educación Cristiana
Estos falsos educadores exaltan la naturaleza por encima del Dios
de la naturaleza y Autor de toda ciencia verdadera. Precisamente
cuando los maestros debieran haber sido firmes y decididos en su
testimonio; precisamente cuando debiera haberse hecho manifiesto
que sus almas estaban aseguradas a la Roca eterna; cuando debieran
haber sido capaces de inspirar fe a los que dudaban, admitieron su
propia incertidumbre de si era verdadera la Palabra de Dios o los
descubrimientos de la así llamada ciencia. A los que eran realmente
concienzudos se les hizo titubear en su fe debido a la vacilación
de los que eran exponentes profesos de la Biblia al tratar de los
oráculos vivientes. Satanás ha sacado ventaja de la incertidumbre
de la mente y mediante influencias invisibles ha amontonado sus
sofismas y hecho que los hombres queden envueltos en la niebla del
escepticismo.
Hombres de saber han dado disertaciones en las que mezclaron
la verdad con el error; y con ellas han desquiciado la mente de los
que se inclinaban hacia el error en vez de hacia la verdad. Los sofis-
mas sutilmente tramados por los así llamados sabios poseen cierto
encanto para determinada clase de estudiantes; pero la impresión
que dichas disertaciones dejan en la mente es que el Dios de la natu-
raleza está restringido por sus propias leyes. Se ha hablado mucho
de la inmutabilidad de la naturaleza y aquellos cuya mente escogió
la atmósfera de la duda han adoptado con presteza teorías escépticas
debido a que no estaban en armonía con la santa ley de Dios, funda-
mento de su gobierno en el cielo y en la tierra. Su natural tendencia
al mal les facilitó la elección de falsos caminos y el poner en duda la
confianza que merecen los anales del Antiguo y Nuevo Testamento y
la historia. Envenenados por el error, aprovecharon toda oportunidad
para sembrar la semilla de la duda en otras mentes. La naturaleza
es exaltada por encima del Dios de la naturaleza y la sencillez de
la fe queda destruida, por cuanto el fundamento de ella se ha hecho
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aparecer como inseguro. Envuelta en la niebla del escepticismo, se
deja a la mente de los que dudan que se estrelle contra las rocas
de la incredulidad.—
The Youth’s Instructor, 31 de enero de 1895
.
Reproducido en
Fundamentals of Christian Education, 328-330
.
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