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La Educación Cristiana
muchos suponen. La mente maestra de la confederación del mal
trabaja siempre para mantener la verdad fuera del alcance de la vista
y para poner ante los ojos las opiniones de los grandes hombres. El
enemigo está haciendo cuanto puede para oscurecer la luz del cielo
en el proceso de la educación, pues no quiere que los hombres oigan
la voz del Señor, que dice: “Este es el camino, andad en él”.
Las joyas de verdad yacen esparcidas sobre el terreno de la re-
velación; pero han quedado sepultadas debajo de las tradiciones
humanas, debajo de los dichos y mandamientos de hombres, y la
sabiduría del cielo ha sido prácticamente pasada por alto. Y esto
porque Satanás ha tenido éxito en hacer que el mundo crea que
las palabras y los hechos de los hombres son de gran importancia.
El Señor Jehová, el Creador del universo, ha dado el Evangelio al
mundo a un costo infinito. Mediante este agente divino, agradables
y refrigerantes manantiales de refrigerio celestial y permanente con-
solación han sido abiertos para aquellos que acudan a la fuente de
la vida. Hay vetas de verdad que aún quedan por descubrir; empe-
ro, las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. Las mentes
oscurecidas por el mal no pueden apreciar el valor de la verdad tal
cual es en Jesús. Cuando se acaricia la iniquidad, los hombres no
sienten la necesidad de hacer esfuerzos diligentes, acompañados de
oración y reflexión, para comprender lo que deben saber o de lo
contrario perder el cielo. Han estado tanto tiempo bajo la sombra
del enemigo, que ven la verdad como se ven los objetos cuando se
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miran a través de un lente ahumado e imperfecto, pues todas las
cosas aparecen oscuras y pervertidas a sus ojos. Su visión espiritual
es débil e indigna de confianza, porque fijan la mirada en la sombra
y se retiran de la luz.
Pero los que profesan creer en Jesús debieran acercarse siempre
a la luz. Debieran orar diariamente para que la luz del Espíritu
Santo resplandezca sobre las páginas del Libro sagrado, a fin de
ser capacitados para comprender las cosas del Espíritu de Dios.
Debemos tener una confianza implícita en la Palabra de Dios, o
estamos perdidos. Las palabras de los hombres, por grandes que
sean, no son capaces de hacernos perfectos, enteramente instruidos
para toda buena obra. “Por haberos escogido Dios, desde el principio,
para salvación, en santificación del Espíritu y en creencia de la
verdad”. En este versículo se revelan los dos medios que obran en la