Página 85 - La Educaci

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El verdadero ideal para nuestra juventud
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extenso panorama de las edades eternas, edades no oscurecidas por
el pecado ni la tristeza. Nos enseña cómo participar de la morada
de los benditos y nos invita a cimentar allí nuestras esperanzas y
afectos.
Los verdaderos móviles de servicio han de mantenerse delante
de viejos y jóvenes. Se ha de enseñar a los alumnos de manera
tal que lleguen a desarrollarse en hombres y mujeres útiles. Ha
de emplearse todo recurso que pueda elevarlos y ennoblecerlos.
Se les ha de enseñar a dar a sus facultades el mejor uso. Se han
de ejercitar igualmente las facultades físicas y mentales. Han de
cultivarse hábitos de orden y disciplina. Se ha de hacer ver a los
alumnos el poder que ejerce una vida pura y sincera. Esto les ayudará
en la preparación para un servicio útil. De día en día crecerán en
pureza y vigor, y mediante la gracia de Dios y el estudio de su
Palabra irán preparándose mejor para luchar decididamente contra
el mal.
La verdadera educación consiste en inculcar aquellas ideas que
han de impresionar la mente y el corazón con el conocimiento de
Dios el Creador y de Jesucristo el Redentor. Tal educación renovará
la mente y transformará el carácter. Dará vigor a la mente y la
fortalecerá para oponerse a las engañosas sugestiones del adversario
de las almas y nos hará capaces de comprender la voz de Dios.
Habilitará al entendido para llegar a ser un colaborador de Cristo.
Si nuestros jóvenes obtienen este conocimiento, podrán conse-
guir todo lo restante que sea esencial; pero si no, todo el conocimien-
to que puedan adquirir del mundo no los colocará en las filas del
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Señor. Pueden reunir todo el saber que puedan dar los libros y, no
obstante, ser ignorantes de los principios de justicia que les podrían
dar un carácter aprobado por Dios.
Los que están tratando de adquirir conocimiento en las escuelas
de la tierra debieran recordar que otra escuela los reclama igualmente
por alumnos: la escuela de Cristo. En ella no se gradúan jamás
los estudiantes. Entre sus alumnos se cuentan viejos y jóvenes.
Los que dan oído a las instrucciones del Maestro divino obtienen
constantemente más sabiduría y nobleza de alma; y de ese modo
están preparados para ingresar en aquella escuela superior donde los
progresos continuarán por toda la eternidad.