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              La Educación Cristiana
            
            
              La sabiduría infinita expone ante nosotros las grandes lecciones
            
            
              de la vida: las lecciones del deber y la felicidad. Con frecuencia
            
            
              cuesta aprenderlas; pero sin ellas no podemos hacer verdaderos
            
            
              progresos. Pueden costarnos esfuerzo, lágrimas y hasta agonía, pero
            
            
              no hemos de vacilar ni desfallecer. Es en este mundo, en medio de
            
            
              sus pruebas y tentaciones, donde tenemos que obtener la idoneidad
            
            
              para estar en compañía de los ángeles puros y santos. Los que llegan
            
            
              a preocuparse tanto con estudios de menor importancia que acaban
            
            
              por dejar de aprender en la escuela de Cristo, están sufriendo una
            
            
              pérdida infinita.
            
            
              Toda facultad, todo atributo, con que el Creador ha dotado a los
            
            
              hijos de los hombres ha de ser empleado para su gloria, y es en dicho
            
            
              empleo donde se halla su ejercicio más puro, noble y dichoso. Los
            
            
              principios del cielo debieran hacerse los principios supremos de la
            
            
              vida y todo paso que se adelante en la adquisición de saber o en la
            
            
              cultura de la inteligencia debiera ser un paso hacia la semejanza de
            
            
              lo humano con lo divino.
            
            
              A muchos de los que ponen a sus hijos en nuestras escuelas les
            
            
              sobrevendrán fuertes tentaciones, debido a que quieren que éstos
            
            
              obtengan lo que el mundo considera como educación más esencial.
            
            
              [85]
            
            
              Pero, ¿qué es lo que constituye la educación más esencial, a no ser
            
            
              que sea la que se obtiene de aquel Libro que es el fundamento del
            
            
              verdadero saber? Los que consideran como esencial el conocimiento
            
            
              obtenido de acuerdo con la educación mundana, se equivocan mu-
            
            
              cho, y esa equivocación los llevará a ser gobernados por opiniones
            
            
              humanas y falibles.
            
            
              Los que buscan la educación que el mundo tiene en tan alta
            
            
              estima se van alejando gradualmente de los principios de la verdad,
            
            
              hasta que llegan a estar educados como los mundanos. ¡A qué precio
            
            
              han obtenido su educación! Se han alejado del Espíritu Santo de
            
            
              Dios. Eligieron aceptar lo que el mundo llama saber en lugar de las
            
            
              verdades que Dios ha entregado a los hombres por medio de sus
            
            
              ministros, profetas y apóstoles.
            
            
              Recae sobre los padres y las madres la responsabilidad de dar una
            
            
              educación cristiana a los hijos que se les ha confiado. En ningún caso
            
            
              han de permitir que los negocios de cualquier índole les absorban
            
            
              el pensamiento, el tiempo y los talentos a tal punto que dejen a sus
            
            
              hijos ir a la deriva hasta que se hallen separados grandemente de