La necesidad de una reforma educacional
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Los preceptos bíblicos han de regir la vida cotidiana. La cruz
de Cristo ha de ser el tema, y nos ha de revelar las lecciones que
hemos de aprender o practicar. Debe introducirse a Cristo en to-
dos los estudios, para que los alumnos absorban el conocimiento
de Dios y lo puedan representar en su carácter. Su excelencia ha
de ser nuestro tema de estudio en el presente como lo será en la
eternidad. La Palabra de Dios, emitida por Cristo en el Antiguo y en
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el Nuevo Testamento, es el pan del cielo; pero mucho de lo que se
llama ciencia es como manjar de invención humana, como alimento
adulterado; no es el verdadero maná.
En la Palabra de Dios hállase sabiduría indubitable, inagotable;
pues ella no se originó en la mente finita, sino en la infinita. Sin
embargo, mucho de lo que Dios ha revelado en su Palabra es oscuro
para los hombres debido a que las joyas de la verdad están sepultadas
debajo de los escombros de la sabiduría y la tradición humanas. Para
muchos, los tesoros de la Palabra permanecen ocultos debido a que
no los han buscado con ardiente perseverancia hasta haber compren-
dido los preceptos de oro. La Palabra ha de ser escudriñada para que
purifique a los que la reciban y los prepare para ser miembros de la
familia real, hijos del Rey del cielo.
El estudio de la Palabra de Dios debiera reemplazar el de los
libros que han llevado las mentes al misticismo y lejos de la ver-
dad. Sus vivos principios, entretejidos en nuestra vida serán nuestra
salvaguardia en las pruebas y tentaciones; su instrucción divina es
la única senda para alcanzar éxito. En cuanto llegue la prueba a
cada alma, habrá apostasías. Algunos resultarán traidores, temera-
rios, presuntuosos y engreídos, y abandonarán la verdad, haciendo
naufragio de la fe. ¿Por qué? Porque no vivieron de “toda palabra
que sale de la boca de Dios”.
Mateo 4:4
. No cavaron hondo para
hacer firme su fundamento. Cuando las palabras del Señor les son
transmitidas por medio de los mensajeros escogidos, murmuran y
piensan que el camino es demasiado estrecho. En el capítulo seis
de Juan leemos de algunos a quienes se creía discípulos de Cristo
pero que, cuando se les presentó la clara verdad, se disgustaron y
no anduvieron más con él. De la misma manera, se separarán de
Cristo también esos estudiantes superficiales. A todo el que se ha
convertido al Señor se le pide que crezca en eficiencia mediante el
uso de sus talentos. Todo pámpano de la viviente Vid que no crece