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La Educación Cristiana
es cortado y desechado como cosa inútil. ¿Cuál debe ser, entonces,
el carácter de la educación dada en nuestras escuelas? ¿Ha de estar
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de acuerdo con la sabiduría de este mundo o con la sabiduría que
es de lo alto? ¿No despertarán los maestros ante su responsabilidad
en este asunto, y procurarán que la Palabra de Dios tenga un lugar
mayor en la instrucción dada en nuestras escuelas?
La preparación de obreros
Uno de los grandes propósitos de nuestras escuelas es la pre-
paración de jóvenes para servir en nuestras instituciones y en otras
diferentes fases de la obra evangélica. Por doquiera se ha de explicar
la Biblia a la gente. Ha llegado el momento en que, por medio de
los mensajeros de Dios, el rollo de la Escritura se está desenrollando
ante el mundo. La verdad encerrada en los mensajes de los ángeles
primero, segundo y tercero ha de ir a toda nación, tribu lengua y
pueblo, iluminar la oscuridad de todo continente y extenderse a las
islas del mar. No se ha de permitir que cosa alguna de invención
humana retarde esta obra. Para que esto pueda llevarse a efecto
hacen falta talentos cultivados y consagrados; hacen falta personas
que puedan hacer excelente trabajo, con la mansedumbre de Cristo
porque esconden su yo en él. Los novicios no pueden hacer acep-
tablemente la obra de revelar el tesoro oculto para enriquecer a las
almas en las cosas espirituales. “Considera lo que digo; y el Señor
te dé entendimiento en todo”. “Procura con diligencia presentarte a
Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que
traza bien la palabra de verdad”.
2 Timoteo 2:7, 15
. Este encargo he-
cho a Timoteo debe constituir una fuerza educadora en toda familia
y escuela.
Se requieren serios esfuerzos de parte de todos los que estén
vinculados con nuestras instituciones, no solamente las escuelas,
sino también los sanatorios y las casas editoriales, para hacer idóneos
a hombres, mujeres y jóvenes para ser colaboradores de Dios. Se
ha de enseñar a los estudiantes a trabajar con inteligencia como
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trabajó Cristo; a revelar un carácter cristiano noble y elevado a
aquellos con quienes se asocien. Los encargados de preparar a los
jóvenes vinculados con cualquier fase de nuestra obra, debieran ser
hombres que tengan un claro concepto del valor de las almas. A