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La Educación Cristiana
Dios y tendrán que dar cuenta de su proceder. Hay entre nosotros un
elevado promedio de hombres capaces. Si sus aptitudes se pusiesen
en uso, tendríamos veinte ministros donde ahora tenemos uno.
Los jóvenes que se proponen entrar en el ministerio no deberían
dedicar un número de años solamente a instruirse. Los maestros
debieran ser capaces de comprender la situación y adaptar su ense-
ñanza a los anhelos de esta clase, a la cual se le debería conceder
ventajas especiales para que hagan un estudio breve y compendioso
de las fases más necesarias para su obra. Pero no se ha seguido este
plan. No se ha prestado suficiente atención a la educación de los
jóvenes para el ministerio. No tenemos muchos años para trabajar, y
los maestros debieran estar henchidos del Espíritu de Dios y trabajar
en armonía con su voluntad revelada, en lugar de ejecutar sus propios
planes. Estamos perdiendo mucho cada año debido a que no damos
oídos al consejo del Señor en este respecto.
En nuestras escuelas, los enfermeros misioneros debieran recibir
lecciones de labios de médicos perfectamente idóneos y aprender,
como parte de su educación, la manera de luchar con la enfermedad
y mostrar el valor de los remedios naturales. Este trabajo es muy
necesario. Ciudades y pueblos están sumidos en el pecado y la
corrupción moral, aunque hay hombres como Lot en cada Sodoma.
El veneno del pecado está obrando en el corazón de la sociedad,
y Dios pide reformadores que se levanten en defensa de las leyes
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que él ha establecido para gobernar el organismo físico. Al mismo
tiempo deben mantener una alta norma en la disciplina de la mente
y la cultura del corazón, para que el Gran Médico coopere con la
auxiliadora mano humana en llevar a cabo una obra de misericordia
necesaria en el alivio del sufrimiento.
Es también designio del Señor que nuestras escuelas den a los
jóvenes una preparación que los capacite para enseñar en cualquier
división de la escuela sabática o para asumir cualquier cargo en ella.
Veríamos un estado de cosas diferente si un número de personas
jóvenes consagradas se dedicara a la obra de la escuela sabática
tomándose la molestia de educarse y luego instruir a otros en cuanto
a los mejores métodos que pudieran emplearse para guiar almas a
Cristo. Esta es una fase del trabajo que da resultados.