Página 16 - La Edificaci

Basic HTML Version

12
La Edificación del Carácter
distinguir entre los árboles de hojas perennes y las demás especies.
Pero cuando se acerca el invierno, y el rey de la escarcha los aprisio-
na en su helado abrazo, despojando a los otros árboles de su hermoso
follaje, las especies de hoja perenne se disciernen con facilidad. Tal
ocurrirá con todos los que andan en humildad, desconfiados de sí
mismos, pero asiéndose temblorosamente de la mano de Cristo. En
tanto que los que confían en sí mismos, y dependen de su propia
perfección de carácter, pierden su falso manto de justicia cuando son
expuestos a las tormentas de la prueba, los que son verdaderamente
justos y con sinceridad aman y temen a Dios, lucen el manto de la
justicia de Cristo tanto en la prosperidad como en la adversidad.
La abnegación, el sacrificio propio, la benevolencia, la bondad, el
amor, la paciencia, la fortaleza y la confianza cristiana son los frutos
[10]
cotidianos que llevan aquellos que están realmente vinculados con
Dios. Sus actos pueden no ser publicados al mundo, pero ellos están
luchando todos los días contra el mal, ganando preciosas victorias
contra la tentación y el error. Votos solemnes son renovados, y
cumplidos por la fuerza obtenida mediante la oración fervorosa y la
constante vigilancia. La persona ardiente y entusiasta no discierne
las luchas de estos obreros silenciosos; pero el ojo de Aquel que
ve los secretos del corazón, nota y considera con aprobación todo
esfuerzo realizado con humildad y mansedumbre. Es el tiempo de
prueba el que revela el oro puro del amor y la fe en el carácter. El
celo perseverante y el afecto cálido de los verdaderos seguidores
de Cristo se desarrollan cuando vienen sobre la iglesia pruebas y
perplejidades.
Nos entristece ver a cristianos profesos que son desviados por
la falsa y fascinante teoría de que ellos son perfectos, pues resulta
muy difícil desengañarlos y guiarlos por la senda recta. Han tratado
de hacer el adorno exterior hermoso y agradable, mientras falta el
interior, es a saber la mansedumbre y la humildad de Cristo. Todos
pasarán por el tiempo de prueba, y en esa ocasión, las esperanzas
de muchos que durante años se han sentido seguros, resultarán no
tener fundamento. Cuando se los coloca en nuevas posiciones, bajo
variadas circunstancias, algunos que han parecido ser pilares en la
casa de Dios revelan que son madera podrida debajo de la pintura
y el barniz. El humilde de corazón, que diariamente ha sentido
la importancia de unir su alma con la Roca eterna, permanecerá