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La Edificación del Carácter
gozan los que verdaderamente están santificados: “Ahora, pues, nin-
guna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.
Romanos 8:1
.
Recomienda a los Gálatas: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis
los deseos de la carne”.
Gálatas 5:16
. Nombra algunas de las formas
de deseos carnales: “Borracheras, orgías, y cosas semejantes”.
Gála-
tas 5:21
. Y después de mencionar los frutos del Espíritu, entre los
cuales está la temperancia, agrega: “Pero los que son de Cristo han
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crucificado la carne con sus pasiones y deseos”.
Gálatas 5:24
.
“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”.
Gálatas 5:25
.
El tabaco
El apóstol Santiago dice que la sabiduría que viene de arriba “es
primeramente pura”.
Santiago 3:17
. Si él hubiera visto a sus herma-
nos usar tabaco, ¿no habría denunciado la práctica como “terrenal,
animal, diabólica”?
Santiago 3:15
. En esta época de luz cristiana,
cuán a menudo los labios que pronuncian el nombre precioso de
Cristo se hallan mancillados por la saliva del fumador, y el aliento
está corrompido con la hediondez del vicio. Seguramente el alma
que puede disfrutar de tales compañías también puede ser profa-
nada. Al ver a personas que pretendían gozar la bendición de la
santificación total mientras eran esclavos del tabaco, ensuciando
todo lo que los rodeaba, he pensado: ¿Qué parecería el cielo si en él
hubiera fumadores? La Palabra de Dios ha declarado sencillamente
que “no entrará en ella [la ciudad] ninguna cosa inmunda”.
Apoca-
lipsis 21:27
. ¿Cómo, pues, pueden los que complacen este hábito
asqueroso esperar ser admitidos allí?
Hombres que profesan piedad ofrecen sus cuerpos sobre el altar
de Satanás, y queman el incienso del tabaco a su majestad diabólica.
¿Parece severa esta declaración? Ciertamente la ofrenda es presenta-
da a alguna deidad. Como Dios es puro y santo, como no aceptará
nada que mancille el carácter, debe rechazar este sacrificio costoso,
inmundo y profano; por lo tanto concluimos que Satanás es el que
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reclama el honor.
Jesús murió para rescatar al hombre de las garras de Satanás.
Vino para librarnos por la sangre de su sacrificio expiatorio. El