La vida de un gran héroe de Dios
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su creencia de que este pueblo estaba haciendo mucho bien al des-
pertar a los pecadores para ver su peligro. Dijo: “El sábado que este
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pueblo nos presenta, es el único sábado de la Biblia”; y entonces
declaró que había pensado mucho en el asunto. Vio delante de ella
muchas pruebas a las que debía hacer frente si guardaba el sábado.
El próximo día vino a la reunión y de nuevo dio testimonio, diciendo
que había preguntado al Señor si debía guardar el sábado, y que él
le había dicho que no necesitaba hacerlo. Su mente estaba tranquila
ahora sobre ese tema. Entonces dio una fuerte exhortación a todos a
venir al amor perfecto de Jesús, donde no había condenación para el
alma.
Esta mujer no poseía la santificación genuina. No era Dios quien
le dijo que podía estar santificada mientras viviera en desobediencia
a uno de sus claros mandamientos. La ley de Dios es sagrada, y nadie
puede transgredirla impunemente. El que le dijo que podía continuar
quebrantando la ley de Dios y estar sin pecado era el príncipe de
las potestades de las tinieblas, el mismo que le dijo a Eva en el
Edén, por medio de la serpiente: “No moriréis”.
Génesis 3:4
. Eva se
engañaba a sí misma razonando que Dios era demasiado bueno para
castigarla por desobedecer sus expresos mandamientos. El mismo
falso razonamiento es presentado por millares como excusa por su
desobediencia del cuarto mandamiento. Los que tienen la mente
de Cristo observarán todos los mandamientos, sean cuales fueren
las circunstancias. La Majestad del cielo dice: “Yo he guardado los
mandamientos de mi Padre”.
Juan 15:10
.
Adán y Eva osaron transgredir los requerimientos del Señor, y
los terribles resultados de su pecado deben ser una amonestación
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para nosotros a no seguir su ejemplo de desobediencia. Cristo oró
por sus discípulos con estas palabras: “Santifícalos en tu verdad;
tu palabra es verdad”.
Juan 17:17
. No hay santificación genuina
sino por medio de la obediencia a la verdad. Los que aman a Dios
con todo el corazón amarán todos sus mandamientos también. El
corazón santificado está en armonía con los preceptos de la ley de
Dios, porque ellos son santos, justos y buenos.