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La Edificación del Carácter
constante. Aquí es donde se necesita la ayuda de Cristo. La debi-
lidad humana llega a unirse a la fortaleza divina, y la fe exclama:
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo”.
1 Corintios 15:57
.
Hábitos religiosos correctos
Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar,
debemos formar hábitos correctos en nuestra vida religiosa. La
oración diaria es algo esencial para el crecimiento en la gracia, aun
para la vida espiritual misma, como lo es el alimento temporal para el
bienestar físico. Debemos acostumbrarnos a elevar los pensamientos
a menudo a Dios en oración. Si la mente vagabundea, debemos
volverla de nuevo; por un esfuerzo perseverante, el hábito por fin
se impone como algo fácil. No podemos, por un solo momento,
separarnos de Cristo con seguridad. Podemos tener su presencia
para asistirnos en cada uno de nuestros pasos, pero únicamente al
observar las condiciones que él mismo ha establecido.
La religión debe convertirse en la gran ocupación de la vida.
Cualquier otra cosa debe ser considerada como subordinada. Todas
nuestras facultades, nuestra alma, cuerpo y espíritu, deben empeñarse
en la guerra cristiana. Debemos mirar a Cristo para obtener fortaleza
y gracia, y ganaremos la victoria tan seguramente como lo hizo Jesús
por nosotros.
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El precio del alma
Debemos acercarnos más a la cruz de Cristo. El arrepentimiento
al pie de la cruz es la primera lección de paz que hemos de aprender.
El amor de Jesús, ¿quién puede comprenderlo? ¡Es infinitamente
más tierno y abnegado que el amor de una madre! Si queremos
conocer el valor de un alma humana, debemos mirar con fe viva a la
cruz, y así comenzar a estudiar cuál será la ciencia y el canto de los
redimidos por toda la eternidad. El valor de nuestro tiempo y nuestros
talentos puede ser estimado únicamente por la grandeza del rescate
pagado por nuestra redención. Qué ingratitud manifestamos hacia
Dios cuando lo despojamos de lo que le pertenece al no otorgarle
nuestros afectos y nuestro servicio. ¿Es demasiado entregarnos a