Página 101 - La Educaci

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quirió la fiel cooperación de un sinnúmero de obreros más humildes,
ignorados por el mundo. Las tareas no elogiadas y los trabajos no
reconocidos constituyen la suerte de la mayor parte de los trabaja-
dores del mundo. Esta situación llena de descontento a muchos. Les
parece que están desperdiciando la vida. Pero el arroyuelo que corre
silencioso por el bosquecillo y la pradera, y lleva salud, fertilidad
y belleza, es tan útil en su lugar como el ancho río. Al contribuir a
la vida del río ayuda a lograr lo que él solo nunca hubiera podido
realizar.
Muchos necesitan esta lección. Se idolatra demasiado el talento
y se codicia excesivamente la posición. Muchas personas no quie-
ren hacer nada a menos que se los considere jefes; muchos no se
interesan en el trabajo a menos que reciban alabanza. Necesitamos
aprender a ser fieles para usar hasta lo sumo las facultades y oportu-
nidades que tenemos, y a contentarnos con la suerte que el cielo nos
asigna.
Una lección de confianza
“Pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves
de los cielos, y ellas te lo mostrarán [...]. Los peces del mar te
lo declararán también”. “Ve a la hormiga [...] mira sus caminos”.
“Mirad las aves”. “Considerad los cuervos
No solamente hemos de hablar al niño de estas criaturas de
Dios. Los mismos animales llegan a ser sus maestros. Las hormigas
enseñan lecciones de trabajo paciente, de perseverancia para vencer
los obstáculos, de previsión para el futuro. Los pájaros son maestros
de la dulce lección de la confianza. Nuestro Padre celestial hace
provisión para ellos, pero ellos deben buscar su alimento, construir
sus nidos y criar a sus hijos. Constantemente están expuestos a los
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enemigos que tratan de destruirlos y, sin embargo, ¡con cuánto gozo
realizan su trabajo! ¡cuán alegres son sus cantos!
Es hermosa la descripción que hace el salmista del cuidado de
Dios por las criaturas de los bosques:
“Los montes altos para las cabras monteses;
Las peñas, madrigueras para los conejos