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Capítulo 14—La ciencia y la Biblia
“¿Cuál de entre todos ellos no entiende que la mano de Jehová lo
hizo?”
Job 12:9
.
Puesto que el libro de la naturaleza y el de la revelación llevan el
sello de una Mente maestra, no pueden sino hablar en armonía. Con
diferentes métodos y lenguajes, dan testimonio de las mismas gran-
des verdades. La ciencia descubre siempre nuevas maravillas, pero
en su investigación no obtiene nada que correctamente comprendi-
do, discrepe con la revelación divina. El libro de la naturaleza y la
Palabra escrita se alumbran mutuamente. Nos familiarizan con Dios
al enseñarnos algo de las leyes por medio de las cuales él trabaja.
Sin embargo, algunas deducciones erróneas de fenómenos ob-
servados en la naturaleza, han hecho suponer que existe un conflicto
entre la ciencia y la revelación y, en los esfuerzos realizados para
restaurar la armonía entre ambas, se han adoptado interpretaciones
de las Escrituras que minan y destruyen la fuerza de la Palabra de
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Dios. Se ha creído que la geología contradice la interpretación literal
del relato mosaico de la creación. Se pretende que se requirieron
millones de años para que la tierra evolucionara a partir del caos, y
a fin de acomodar la Biblia a esta supuesta revelación de la ciencia,
se supone que los días de la creación han sido largos e indefinidos
períodos que abarcan miles y hasta millones de años.
Semejante conclusión es completamente innecesaria. El relato
bíblico está en armonía consigo mismo y con la enseñanza de la
naturaleza. Del primer día empleado en la obra de la creación se dice:
“Y fue la tarde y la mañana un día
Lo mismo se dice en cada uno
de los seis días de la semana de la creación. La Inspiración declara
que cada uno de esos períodos ha sido un día compuesto de mañana
y tarde, como cualquier otro día transcurrido desde entonces. En
cuanto a la obra de la creación, el testimonio divino es como sigue:
“Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió
¿Cuánto tiempo
necesitaría para sacar la tierra del caos Aquel que podía llamar de
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