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La Educación
pisado. Aunque los cobardes y rebeldes perecieron en el desierto,
los hombres de fe comieron las uvas de Escol.
No hay verdad en la Biblia que se presente tan claramente como
la del peligro de apartarse, aunque sea una vez, de la justicia, peligro
que afecta tanto al culpable de la mala acción como a todos los que
están al alcance de su influencia. El ejemplo tiene un poder extraor-
dinario y cuando se pone a disposición de las malas tendencias de
nuestra naturaleza, su poder llega a ser casi irresistible.
Ejemplos aleccionadores
La fortaleza más poderosa del vicio en nuestro mundo no es la
vida inicua del pecador abandonado, o del paria degradado; es la vida
que parece virtuosa, honorable, noble, pero en la cual se fomenta
un pecado, se abriga un vicio. Para el alma que lucha en secreto
contra alguna tentación gigantesca y tiembla al borde del precipicio,
semejante ejemplo es uno de los más poderosos incentivos para
pecar. El que, dotado de elevados conceptos de la vida, la verdad
y el honor, viola intencionalmente un precepto de la santa ley de
Dios, pervierte sus nobles dones hasta convertirlos en una tentación
para pecar. El genio, el talento, la compasión, hasta las acciones
generosas y bondadosas; pueden llegar a ser así lazos de Satanás
para atraer a las almas al precipicio de la ruina.
Por eso Dios ha dado tantos ejemplos que muestran los resultados
que puede tener un solo acto malo. Desde la triste historia de aquel
pecado “que trajo la muerte al mundo, y toda nuestra desgracia, con
la pérdida del Edén”, hasta la de aquel que por treinta piezas de plata
vendió al Señor de gloria, la biografía bíblica abunda en ejemplos
dados como advertencias puestas en las sendas que se apartan del
camino de la vida.
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También son una advertencia los resultados que han seguido al
hecho de ceder una sola vez a la debilidad humana y al error, fruto
de la pérdida de la fe.
Por faltarle una vez la fe, Elías redujo la obra de su vida. La
carga que había llevado en favor de Israel era pesada; fieles habían
sido sus advertencias contra la idolatría nacional, y profunda su
preocupación cuando, durante los tres años y medio de hambre,
esperó una señal de arrepentimiento. En el Monte Carmelo estuvo