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Biografías bíblicas
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de Dios me ha tocado!”
“¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!
Yo iría hasta su morada [...].
Si me dirijo al oriente, no lo encuentro;
si al occidente, no lo descubro.
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Si él muestra su poder en el norte, yo no lo veo;
ni tampoco lo veo si se oculta en el sur.
Mas él conoce mi camino: si me prueba,
saldré como el oro”.
“Aunque él me mate, en él esperaré”.
“Pero yo sé que mi Redentor vive,
y que al fin se levantará sobre el polvo,
y que después de deshecha esta mi piel,
en mi carne he de ver a Dios.
Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán,
no los de otro
Job fue tratado en conformidad con su fe. “Me probará—dijo—,
y saldré como oro
Así ocurrió. Por medio de su paciente resis-
tencia vindicó su propio carácter, y de ese modo el carácter de Aquel
de quién era representante. Y “quitó Jehová la aflicción de Job [...]
y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job [...] y
bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero
Entre los que por su abnegación han compartido los sufrimientos
de Cristo, figuran los nombres de Jonatán y de Juan el Bautista, uno
en el Antiguo Testamento y otro en el Nuevo.
Jonatán, que por nacimiento era heredero del trono, sabía que
había sido privado de él por decreto divino; sin embargo, fue el más
tierno y fiel amigo de David, su rival, y lo protegió a riesgo de su
vida; fue fiel a su padre durante los días sombríos de la decadencia
de su poder, y cayó al fin a su lado. El nombre de Jonatán está
registrado en el cielo, y en la tierra es un testigo de la existencia y el
poder del amor abnegado.
Cuando Juan el Bautista apareció como heraldo del Mesías,
conmovió a la nación. Grandes multitudes constituidas por toda
clase de personas seguían sus pasos de un lugar a otro. Pero todo
cambió cuando llegó Aquel de quien había dado testimonio. Las
multitudes siguieron a Jesús, y el trabajo de Juan pareció llegar a