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La Educación
“Sube, oh pozo; a él cantad;
Pozo, el cual cavaron los señores.
Lo cavaron los príncipes del pueblo,
Y el legislador, con sus báculos
¡Cuán a menudo se repite esta historia en la vida espiritual!
¡Cuán a menudo, por medio de las palabras de una canción sagrada,
brotan en el alma manantiales de penitencia y fe, de esperanza, de
amor y gozo!
El ejército de Israel salió con cantos de alabanza a la gran libera-
ción bajo las órdenes de Josafat, que había recibido la noticia de la
amenaza de guerra.
“Contra ti viene una gran multitud—decía el mensaje—, los hijos
de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas”. “Entonces
él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e
hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para
pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá
vinieron a pedir ayuda a Jehová
Y Josafat, de pie en el atrio del
templo, delante del pueblo, derramó su alma en oración invocando la
promesa de Dios, y confesando la impotencia de Israel. “Porque en
nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra
nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos
Entonces sobre Jahaziel, levita, “vino el Espíritu de Jehová [...]
y dijo: “Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey
Josafat. Jehová os dice así: ‘No temáis ni os amedrentéis delante
de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de
Dios [...]. No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos,
estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros [...]. No
temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos porque Jehová estará
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con vosotros’”
“Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de
Tecoa
Delante del ejército iban cantores que elevaban sus voces en
alabanza a Dios por la victoria prometida.
Al cuarto día, el ejército volvió a Jerusalén, cargado con el bo-
tín obtenido de los enemigos, y cantando alabanzas por la victoria
lograda.