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La Educación
Así como la disposición complicada de las ruedas estaba bajo
la dirección de la mano que se veía debajo de las alas de los que-
rubines, Dios dirige el complicado manejo de los acontecimientos
humanos. En medio de la lucha y el tumulto de las naciones, Aquel
que se sienta por encima de los querubines, todavía dirige los asuntos
terrenales.
La historia de las naciones que sucesivamente ocuparon el tiem-
po y el lugar que se les asignó, y que inconscientemente dieron
testimonio de la verdad cuyo significado ignoraban, tiene un mensa-
je para nosotros. Dios ha asignado un lugar en su gran plan a toda
nación y a todo individuo de la actualidad. Hoy los hombres y las
naciones son medidos por la plomada que sostiene Aquel que no se
equivoca. Todos deciden su destino por su propia resolución, y Dios
dirige todo para que se cumplan sus propósitos.
La historia que el gran Yo Soy ha trazado en su Palabra, al unir
los eslabones de la cadena profética desde la eternidad pasada hasta
la eternidad futura, nos dice dónde estamos hoy en el transcurso de
los siglos, y qué es lo que se puede esperar del futuro. Todo lo que la
profecía anunció que sucedería hasta el presente, ha sido registrado
en las páginas de la historia, y podemos estar seguros de que todo lo
que falta se cumplirá en su orden.
En la Palabra de verdad se predice claramente la caída final de los
reinos terrenales. En la profecía anunciada cuando Dios pronunció
la sentencia contra el último rey de Israel, se da el mensaje: “Así
ha dicho Jehová, el Señor: ¡Depón el turbante, quita la corona!
[...] Sea exaltado lo bajo y humillado lo alto. ¡A ruina, a ruina, a
ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel a quien
corresponde el derecho, y yo se lo entregaré!
La corona que se le quitó a Israel pasó sucesivamente a los reinos
de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Dios dice: “Esto no será
más, hasta que venga aquel a quien corresponde el derecho, y yo se
lo entregaré”.
Ese tiempo está cerca. Las señales de los tiempos declaran hoy
que estamos en el umbral de sucesos grandes y solemnes. Todo está
en agitación en el mundo. Ante nuestra vista se cumple la profecía
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del Salvador referente a los sucesos que precederán a su venida:
“Oiréis de guerras, y rumores de guerras [...]. Se levantará nación