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La Educación
tus dichos—declara el salmista—, para no pecar contra ti”. “Por
la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas de los
violentos
La Biblia es su propio intérprete. Debe compararse texto con
texto. El estudiante ha de aprender a considerar la Biblia como un
todo y a ver la relación que existe entre sus partes. Tiene que adquirir
el conocimiento de su gran tema central, del propósito original de
Dios hacia el mundo, del comienzo de la gran controversia y de
la obra de la redención. Necesita comprender la naturaleza de los
principios que luchan por la supremacía, y aprender a rastrear su
obra a través de las crónicas de la historia y la profecía, hasta la gran
culminación. Deber verificar cómo interviene este conflicto en todos
los aspectos de la vida humana; cómo en su mismo caso todo acto de
su vida revela uno u otro de esos dos motivos antagónicos; y cómo,
consciente o inconscientemente, ahora mismo está decidiendo en
qué lado de la contienda se va a encontrar.
Toda la Biblia es inspirada por Dios. Tanta atención merece el
Antiguo Testamento como el Nuevo. Al estudiar el Antiguo Testa-
mento hallaremos manantiales vivos que brotan de lugares donde el
lector indiferente tan solo encuentra un desierto.
El libro de Apocalipsis, junto con el de Daniel, merece estudio
especial. Todo maestro temeroso de Dios debe considerar cómo
comprender y presentar más claramente el evangelio que nuestro
Salvador en persona dio a conocer a su siervo Juan: “La revelación
de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas
que deben suceder pronto
Nadie debe desanimarse al estudiar el
Apocalipsis a causa de sus símbolos aparentemente místicos. “Y si
alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da
a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está
cerca
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Cultivemos el amor a las escrituras
Cuando se despierte un amor verdadero por la Biblia, y el es-
tudiante empiece a ver cuán vasto es el campo y cuán precioso su
tesoro, deseará echar mano de toda oportunidad que se le presente