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Capítulo 23—La recreación
“Todo tiene su tiempo, y todo [...] tiene su hora”.
Eclesiastés 3:1
.
Hay una diferencia entre recreación y diversión. La recreación,
cuando responde a su nombre, recreación, tiende a fortalecer y re-
parar. Apartándonos de nuestros afanes y ocupaciones comunes,
provee refrigerio para la mente y el cuerpo, y de ese modo nos per-
mite volver con nuevo vigor al trabajo serio de la vida. Por otra parte,
se busca la diversión para experimentar placer, y con frecuencia se la
lleva al exceso; absorbe las energías requeridas para el trabajo útil, y
resulta de ese modo un obstáculo para el verdadero éxito en la vida.
Todo el cuerpo ha sido creado para la acción, y a menos que se
mantengan sanas las facultades físicas mediante el ejercicio activo,
las facultades mentales no podrán ser empleadas por mucho tiempo
al máximo de su capacidad. La inacción física que parece casi inevi-
table en el aula, junto con otras condiciones malsanas, hace de ella
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un lugar difícil para los niños, especialmente para los de constitución
débil. A menudo es insuficiente la ventilación. Los asientos defec-
tuosos favorecen la postura antinatural y dificultan la actividad de los
pulmones y el corazón. Los niños tienen que pasar en el aula de tres
a cinco horas diarias, respirando aire cargado de impurezas y tal vez
infectado de microbios. No es extraño que en ella se eche con tanta
frecuencia el cimiento de enfermedades crónicas. El cerebro, el más
delicado de los órganos físicos, origen de la energía nerviosa de todo
el organismo, sufre el daño mayor. Obligado a realizar una actividad
prematura o excesiva y en condiciones malsanas, se debilita, y con
frecuencia los malos resultados son permanentes.
Los niños no deben permanecer mucho tiempo dentro de habi-
taciones; no se les debe exigir que se apliquen con mucho tesón al
estudio hasta que se haya creado un buen cimiento para su desarrollo
físico. Durante los ocho o diez primeros años de vida del niño, el
campo o el jardín constituyen la mejor aula, la madre, la mejor maes-
tra, y la naturaleza el mejor libro de texto. Hasta que el niño tenga
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