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La Educación
vida para la cual el veredicto de Aquel que es la verdad sea: “No os
conozco”?
Miles lo hacen. Piensan asegurar a sus hijos los beneficios del
evangelio, mientras niegan su espíritu. Pero esto no es posible. Los
que no aceptan el privilegio de la comunión con Cristo en el servicio,
rechazan la única educación que podría capacitarlos para participar
con él de la gloria; rechazan la preparación que en esta vida da fuerza
y nobleza de carácter. Más de un padre y una madre que negaron sus
hijos a la cruz de Cristo, se dieron cuenta demasiado tarde que de
ese modo los entregaban al enemigo de Dios y el hombre. Sellaron
su ruina, no tan solo para la vida futura, sino para la presente. La
tentación los venció. Llegaron a ser una maldición para el mundo, y
dolor y vergüenza para los que les dieron el ser.
Incluso cuando quieren prepararse para el servicio de Dios, mu-
chos se desvían debido a los malos métodos de educación. Gene-
ralmente se considera la vida como formada por distintos períodos:
el del aprendizaje, y el de la acción; el de la preparación y el de la
realización. Se envía a los jóvenes a la escuela para que, con el co-
nocimiento adquirido mediante el estudio de los libros, se preparen
para una vida de servicio. Apartados de las responsabilidades de la
vida diaria, se absorben en el estudio y con frecuencia pierden de
vista su propósito. Muere el ardor de su temprana consagración y
en muchos nace una ambición personal egoísta. Al graduarse, miles
se encuentran fuera de contacto con la vida. Han tratado durante
tanto tiempo con cosas abstractas y teóricas, que cuando todo el ser
debe despertar para hacer frente a las luchas violentas de la vida
real, se encuentran sin preparación. En vez de la obra noble que se
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habían propuesto, sus energías están siendo absorbidas en la lucha
por la mera subsistencia. Después de repetidas desilusiones, con
dificultades hasta para ganarse honradamente la vida, muchos se
dejan arrastrar por procedimientos dudosos o criminales. Se priva al
mundo del servicio que debió haber recibido, y a Dios, de las almas
que anhelaba elevar, ennoblecer y honrar como representantes suyas.
Muchos padres se equivocan al establecer diferencias entre sus
hijos cuando se trata de la educación. Hacen casi cualquier sacrificio
para ofrecer todas las ventajas posibles a uno que parece inteligente
y apto, pero no creen que esas mismas oportunidades sean necesarias