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La Educación
majestuosa palmera. Pero todos debemos aspirar a la altura a que la
unión del poder humano con el divino nos permita alcanzar.
Muchos no llegan a ser lo que debieran porque no emplean el
poder que hay en ellos. No echan mano, como tienen que hacerlo,
de la fuerza divina. Muchos se desvían de la actividad en la cual
alcanzarían verdadero éxito. En procura de más honores, o de una
tarea más agradable, intentan algo para lo cual no están prepara-
dos. Más de un hombre cuyos talentos se adaptan a una vocación
determinada, desea ser profesional; y el que ha tenido éxito como
agricultor, artesano o enfermero, ocupa inadecuadamente el puesto
de pastor, abogado o médico. Hay otros que pudieron haber ocupado
un puesto de responsabilidad, pero por falta de energía, aplicación o
perseverancia, se conformaron con un puesto más fácil.
Es necesario que sigamos más estrictamente el plan de vida de
Dios. Esmerarnos en hacer el trabajo que tenemos a mano, enco-
mendar nuestros caminos a Dios y estar atentos a las indicaciones
de su providencia, son reglas que aseguran el logro de una buena
ocupación.
El que descendió del cielo para ser nuestro ejemplo pasó casi
treinta años de su vida dedicado al trabajo manual común, pero du-
rante ese tiempo estudió la Palabra y las obras de Dios, y ayudó y
enseñó a todos los que estaban dentro de la esfera, de su influencia.
Cuando empezó su ministerio público, anduvo sanando a los enfer-
mos, consolando a los tristes y predicando el evangelio a los pobres.
Esta es la obra de todos sus seguidores. “Sea el mayor entre vosotros
como el más joven” dijo, “y el que dirige, como el que sirve. Porque
[...] yo estoy entre vosotros como el que sirve
El amor y la lealtad a Cristo son la fuente de todo servicio
verdadero. En el corazón conmovido por su amor nace el deseo de
trabajar por él. Estimúlese y, diríjase correctamente ese deseo. Ya
sea en el hogar, el vecindario o la escuela, la presencia del pobre,
el afligido, el ignorante o el desventurado no debe ser considerada
como una desgracia, sino como el medio de proveer una preciosa
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oportunidad para el servicio.
En esta obra, como en cualquiera otra, se adquiere pericia en el
trabajo mismo. Se obtiene eficiencia por medio de la preparación
en los trabajos comunes de la vida y al servir a los necesitados y
dolientes. Sin esto, los esfuerzos más bien intencionados son con