238
La Educación
el respeto de los niños hacia aquel de quien depende en gran manera
su bienestar.
Será de gran ayuda para el maestro que se le comunique toda la
información que los padres tienen del carácter de los niños y de sus
peculiaridades o debilidades físicas. Es de lamentar que sean tantos
los que no comprenden esto. La mayoría de los padres se interesan
poco en informarse de las cualidades del maestro o en cooperar con
él en su trabajo.
Puesto que estos se familiarizan rara vez con el maestro, es tanto
más importante que este trate de relacionarse con los padres. Es ne-
cesario que visite los hogares de los alumnos y conozca el ambiente
y las influencias en medio de los cuales viven. Al relacionarse per-
sonalmente con sus hogares y vidas, puede fortalecer los lazos que
lo unen a sus alumnos y aprender la forma de tratar más eficazmente
con sus diferentes temperamentos e inclinaciones.
Al interesarse en la educación del hogar, el maestro imparte un
doble beneficio. Muchos padres, entregados de lleno al trabajo y las
ocupaciones, pierden de vista sus oportunidades para influir posi-
tivamente en la vida de sus hijos. El maestro puede hacer mucho
para despertar en los padres el sentimiento de sus posibilidades y
privilegios. Hallará otros para quienes, por la ansiedad que tienen de
que sus hijos sean hombres y mujeres buenos y útiles, el sentimiento
de su responsabilidad ha llegado a ser una carga pesada. Con fre-
[257]
cuencia el maestro puede ayudar a estos padres a llevar su carga y, al
tratar juntos los asuntos relacionados con sus hijos, tanto el maestro
como los padres se sentirán animados y fortalecidos.
En la educación que reciben los jóvenes en el hogar, él principio
de la cooperación es valiosísimo. Desde los primeros años debería
hacerse sentir a los niños que son una parte de esa empresa que es
la casa. Hasta a los pequeñuelos hay que enseñarles a compartir el
trabajo diario y hacerles sentir que su ayuda es necesaria y apreciada.
Los mayores deberían ser los ayudantes de sus padres, y participar
en sus planes, responsabilidades y preocupaciones. Dediquen tiempo
los padres a la enseñanza de sus hijos, háganles ver que aprecian su
ayuda, desean su confianza y se gozan en su compañía, y los niños
no serán tardos en responder. No solo se aliviará la carga de los
padres y recibirán los niños una preparación práctica de inestimable