Página 27 - La Educaci

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Capítulo 4—La relación de la educación con la
redención
“Para iluminación del conocimiento
de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
2 Corintios 4:6.
A causa del pecado, el hombre quedó separado de Dios. De
no haber mediado el plan de la redención, hubiera tenido que su-
frir la separación eterna de Dios, y las tinieblas de una noche sin
final. El sacrificio de Cristo permite que se reanude la comunión
con Dios. Personalmente no podemos acercarnos a su presencia;
nuestra naturaleza pecaminosa no nos permite mirar su rostro, pero
podemos contemplarlo y tener comunión con él por medio de Jesús,
el Salvador.
La “iluminación del conocimiento de la gloria de Dios” se re-
vela “en la faz de Jesucristo”. “Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros [...] lleno de gracia y de verdad”. “En él estaba la vida, y
la vida era la luz de los hombres
La vida y la muerte de Cristo,
precio de nuestra redención, no son para nosotros únicamente una
promesa y garantía de vida, ni tan solo los medios por los cuales se
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nos vuelven a abrir los tesoros de la sabiduría, sino una revelación
de su carácter aún más amplia y elevada que la que conocían los
santos moradores del Edén.
Y a la vez que Cristo abre el cielo al hombre, la vida que imparte
abre el corazón del hombre al cielo. El pecado no solo nos aparta
de Dios, sino que destruye en el alma humana el deseo y la aptitud
para conocerlo. La misión de Cristo consiste en deshacer toda esta
obra del mal. Él tiene poder para fortalecer y restaurar las facultades
del alma que han sido paralizadas por el pecado, que han oscurecido
la mente, y que han pervertido la voluntad. Abre ante nosotros las
riquezas del universo y nos imparte poder para discernir estos tesoros
y apropiarnos de ellos.
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