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La Educación
aire que respiraba, hablaban de la triste lección del conocimiento del
mal.
Sin embargo, el hombre no fue abandonado a los resultados
del mal que había escogido. En la sentencia pronunciada contra
Satanás se insinuó la redención. “Y pondré enemistad entre ti y
la mujer”, dijo Dios, “y entre tu simiente y la simiente suya; esta
te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón
Esta sentencia
pronunciada a oídos de nuestros primeros padres, fue para ellos
una promesa. Antes de que oyeran hablar de los espinos y cardos,
del trabajo rudo y del dolor que les habían de tocar en suerte, o
del polvo al cual debían volver, escucharon palabras que no podían
dejar de infundirles esperanza. Todo lo que perdieron al ceder a las
insinuaciones de Satanás se podía recuperar por medio de Cristo.
La naturaleza nos repite también esta indicación. Aunque está
manchada por el pecado, no solo habla de la creación, sino también
de la redención. Aunque, por los signos evidentes de decadencia,
la tierra da testimonio de la maldición que pesa sobre ella, es to-
davía hermosa y rica en señales del poder vivificador. Los árboles
se despojan de sus hojas únicamente para vestirse de nuevo verdor;
las flores mueren, para brotar con nueva belleza; y en cada mani-
festación del poder creador se afirma la seguridad de que podemos
ser creados de nuevo en “justicia y santidad de la verdad
De ese
modo, los mismos objetos y las funciones de la naturaleza, que tan
vívidamente nos recuerdan nuestra gran pérdida, llegan a ser para
nosotros mensajeros de esperanza.
Dondequiera que llegue la maldad, se oye la voz de nuestro Padre
que muestra a sus hijos, por sus resultados, la naturaleza del pecado,
los aconseja a abandonar el mal, y los invita a recibir el bien.
[27]
Génesis 2:9, 16, 17
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Génesis 3:3-5
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Génesis 3:6
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Génesis 3:5
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Génesis 3:17-19
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Génesis 3:15
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Efesios 4:24
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